10 errores de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial

Por Liber

En mayo de 1940, Alemania derrotó a Francia en tan solo diez días de guerra relámpago ( Blitzkrieg).

Sin duda, se trató de una de las victorias militares más asombrosas de toda la historia y, aunque la ofensiva germana fue brillante, fue posible en gran medida gracias a la increíble estrechez de miras de franceses y británicos.

Los altos mandos de ambos ejércitos estaban liderados por viejas glorias de la Primera Guerra Mundial, incapaces de enfocar la Segunda Guerra Mundial bajo un nuevo prisma y listas para un fiel revival de la Gran Guerra Europea (es decir, una reedición de la guerra de trincheras en frentes estáticos).

Esta visión quedó patente con la gran inversión de Francia en su Línea Maginot, una de las líneas defensivas fortificadas más extensas y ambiciosas de toda la historia militar.

Como ya sabrás, la Línea Maginot no sirvió para nada porque los alemanes simplemente la flanquearon. Lo que igual no sabes es que la línea de defensa había succionado un 40 % del gasto militar total de Francia en los años precedentes a la Segunda Guerra Mundial.

¿Acaso no habría sido más útil destinar todo ese dinero a la modernización de un ejército ya anticuado, especialmente en el plano aéreo (la Fuerza Aérea de Francia terminaría siendo carne de cañón para la imponente Luftwaffe)? Los alemanes, en cambio, sí que aprendieron las lecciones de la Primera Guerra Mundial y fueron merecedores de una importante victoria militar.

A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Reich invadió Noruega para asegurar bases importantes, así como para mantener controladas las rutas de transporte vitales de hierro sueco, imprescindible para la guerra. Los británicos y los franceses trataron apresuradamente de reunir efectivos para impedir que los alemanes ocuparan Noruega.

Aunque los Aliados no lo hicieron del todo mal, la superioridad aérea de la Luftwaffe y la apertura del frente europeo occidental forzaron la retirada aliada de Noruega. Las consecuencias de la incapacidad de reconquistar Noruega colearían durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

3. Subestimar a los japoneses

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la visión general estereotipada de los japoneses se reducía a que eran poco más que bárbaros subhumanos incapaces de desarrollar enfoques originales. Su ejército era visto como un mero intento de copiar las tácticas de los poderosos ejércitos occidentales (aunque seguramente los rusos cambiaron ya de idea tras su derrota de 1905).

Esta política de arrogancia se tradujo en que, por ejemplo, los Aliados solo tenían tropas y líderes secundarios en Asia para defenderse de cualquier agresión nipona. Además, los Aliados se esforzaron poco por estudiar al ejército japonés y calcular su capacidad de acción total.

En última instancia, las consecuencias fueron que Japón logró conquistar más territorios en los primeros seis meses de la guerra que cualquier otra nación en toda la historia bélica. Sí, el avance nipón inicial durante la Segunda Guerra Mundial no tiene parangón. Todo una hazaña para un pueblo de bárbaros subhumanos.

4. El hundimiento del HMS Repulse y del HMS Prince of Wales

A colación del apartado anterior, está el caso del hundimiento del HMS Repulse y del HMS Prince of Wales. Antes de los ataques japoneses contra los Aliados, Churchill había ordenado mover a su buque insignia, el HSM Prince of Wales, junto con una embarcación más antigua, el crucero de batalla HMS Repulse, a Singapur.

El premier británico pensaba que estas embarcaciones era invulnerables y que su presencia disuadiría a los japoneses de realizar cualquier ataque contra los territorios británicos de ultramar en el Sudeste Asiático. El almirantazgo se opuso a la idea, pero Churchill no cedió al respecto. Tres días después del ataque sorpresa sobre Pearl Harbor, ambos navíos estaban ya en el fondo del mar.

Churchill quedó tan impactado cuando le dieron la noticia por teléfono que terminó colgando. En sus memorias declararía posteriormente que fue la peor noticia que le dieron en toda la guerra. En su día, Churchill declaró que los japoneses tenían carta blanca para sus desembarcos ofensivos a lo largo y ancho de Asia, al quedar el poderío naval británico aniquilado en el continente y al estar las pocas embarcaciones supervivientes de Pearl Harbor de regreso a California. Estaba en lo cierto.

5. La Operación Market Garden

La última gran victoria alemana de la Segunda Guerra Mundial. En 1944, el Mariscal de Campo Montgomery diseñó un plan para tratar de terminar la Segunda Guerra Mundial para la Navidad de ese mismo año. Se lanzaría una ambiciosa operación aerotransportada para capturar una serie de puentes estratégicos en Holanda y los tanques británicos avanzarían por el corredor creado hasta el Rhur, el corazón industrial del Tercer Reich. Haz clic aquí para leer nuestro artículo sobre la Operación Market Garden. Esta operación fracasó y supuso el error más grave de Montgomery como líder militar.

6. El despliegue soviético

Uno de los mayores misterios de la Segunda Guerra Mundial es el despliegue militar ruso antes de la invasión alemana. Por motivos desconocidos que Stalin se llevó consigo a la tumba, la Unión Soviética había movido grandes cantidades de efectivos y equipo militar justo a la frontera con Alemania y sus aliados. Habían desplazado tanto material que incluso llegó a haber problemas para almacenarlo. Los alemanes llegaron a descubrir perplejos grandes cantidades de materiales con el único escondite que podía proporcionar una simple lona.

¿Qué planeaba Stalin hacer con todo esto? Desde luego no se estaba preparando para una ofensiva alemana, sus tropas no estaban construyendo estructuras de defensa y se quedó tan sorprendido por el ataque alemán que no dio órdenes claras con la celeridad suficiente. Fuera cual fuera su plan, lo cierto es que los alemanes consiguieron un valioso botín de guerra ruso durante las primeras semanas de la Operación Barbarroja.

En última instancia, tampoco fue algo irremediable para los rusos, dado que tenían capacidad para sustituir las cuantiosas pérdidas sufridas. Ahora bien, no creemos que entre los planes de Stalin estuviese perder tanques, aviones, municiones y soldados a favor de Alemania.

Si Rusia no hubiese sido capaz de sustituir sus grandes pérdidas, desde luego la invasión de la URRS hubiese terminado de manera muy diferente.

7. El hundimiento del HMS Glorious

Este error aliado aún es un misterio. El convertido en portaaviones HMS Glorious estaba evacuando aviones de Noruega tras la fallida intervención británica y fue autorizado inexplicablemente a viajar principalmente en solitario de vuelta a Gran Bretaña a través de una zona con posible actividad submarina alemana. Lo que llama aún más la atención es que, a pesar de una visibilidad excelente, no había aviones sobrevolando el portaaviones... ¡ni tan siquiera había nadie en el puesto de vigilancia para escanear el horizonte!

¿El resultado? La tripulación fue pillada totalmente desprevenida por parte de los acorazados gemelos alemanes Scharnhorst y Gneisenau. El desastre se saldó con más de 1.500 muertos y menos de 50 supervivientes. El colmo fue que o bien el Glorious no pidió ayuda por radio o bien nadie oyó el mensaje, porque los británicos se terminaron enterando del desastre por los noticiarios alemanes.

8. La intervención británica en Grecia.

Uno podría pensar que el fracaso de la intervención en Noruega le habría enseñado a los británicos una lección. Lo cierto es que no. Cuando Alemania e Italia invadieron Grecia, Winston Churchill se empeñó en que el grueso de las tropas presentes en el norte de África debían apresurarse a acudir a Grecia.

Pensar que un puñado de tropas británicas podría frenar a las poderosas divisiones ubicadas en el Peloponeso era simplemente descabellado. Y peor aún, la retirada de los británicos del norte de África le dio a los alemanes el tiempo suficiente para enviar a Erwin Rommel y a sus Afrika Korps a Libia. El resto es historia.

Tras la caía de Francia, una de las mayores preocupaciones era qué iba a pasar con sus colonias. ¿Terminarían bajo control de la Francia Libre o bajo el del Gobierno de Vichy? Dakar, importante puerto en el África occidental, se alineó con el Gobierno de Vichy.

Charles de Gaulle y Churchill organizaron apresuradamente una fuerza para cambiar el statu quo en Dakar, con el nombre en clave de Operation Menace. Lo cierto es que los errores se sucedieron uno tras otro. El secretismo de la operación, por ejemplo, fue tan pésimo que los nativos africanos que estaban pescando en sus embarcaciones les gritaban a los navíos a su paso si iban a Dakar.

Cuando llegaron, comprobaron horrorizados que los mapas estaban desactualizados y que los defensores franceses estaban mucho mejor preparados de lo que se pensaban. Además, no mostraron intención alguna de rendirse ni ante los británicos, ni ante Charles de Gaulle ni ante nadie. Incluso tras la llegada de los navíos británicos, una pequeña flota de barcos franceses pudo colarse y apoyar a los defensores.

Durante varios días los británicos trataron de destruir las defensas del puerto, logrando hundir alguna embarcación pequeña y algunos submarinos, pero sin mayores resultados. Se procedió al desembarco de una fuerza terrestre, pero ante la feroz resistencia terminó siendo replegada, ya que De Gaulle no estaba por la labor de enfrentar a franceses contra franceses.

La batalla terminó cuando un submarino defensor hizo blanco en un navío británico clave. La reputación de De Gaulle recibió un duro golpe por el fracaso de la Batalla de Dakar.

A modo de anécdota que refleja las curiosidades de la vida, cabe destacar que pocos años después, el capitán de aquel submarino francés que había torpedeado al crucero británico en Dakar, fue condecorado por el propio capitán inglés de dicha embarcación. Haciendo gala de la típica flema inglesa, no dudó en mencionar durante la ceremonia que su disparo había sido muy bueno.

Uno de los aspectos menos conocidos de toda la Segunda Guerra Mundial fue la Operación Tigre. Sucedió en abril de 1944 y consistió en un ensayo realista a gran escala de lo que sería el desembarco aliado en el Día D en la playa de Utah dos meses después, puesto que Eisenhower consideraba fundamental que las tropas ensayaran previamente una operación de tal envergadura y relevancia. Lo cierto es que el realismo quizá terminó siendo excesivo.

Para empezar, los estadounidenses y los británicos utilizaron diferentes frecuencias de radio a la vez, lo que originó numerosos problemas de comunicación. Tales fueron los problemas que cuando dos navíos de guerra británicos que escoltaban al convoy de invasión se averiaron, los barcos de transporte estadounidenses no se enteraron. El otro navío británico condujo al convoy en línea recta, haciendo de este un blanco perfecto para los torpederos alemanes (S-Boote). Cuando se avistaron estos torpederos enemigos... ¡fueron confundidos por amigos! El resultado: casi 700 hombres muertos.

La cosa fue aún a peor porque muchos de esos 700 desgraciados encontraron la muerte en el agua al no haber recibido formación necesaria sobre el manejo de los chalecos salvavidas. La Operación Tigre siguió su curso y, como parte del realismo, Eisenhower ordenó el uso de fuego real: 300 muertos más se sumaron a la lista de bajas del simulacro. Al final, entre una cosa y otra, unos mil hombres fallecieron en la Operación Tigre.

Corrió posteriormente el rumor de que los participantes en la Operación Tigre habían sido obligados a un pacto de silencio para siempre, lo que no resultó ser cierto. Se les exigió guardar silencio durante la Segunda Guerra Mundial solamente. Este gran desastre aliado no está muy bien documentado, ¡parece evidente que nadie quiere recordar una pifia de semejante envergadura!

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