10 errores estratégicos de Adolf Hitler

Por Liber

Adolf Hitler cometió varios errores fatales en la campaña del Frente Oriental. El primero de ellos fue el mero hecho de confiar en una fácil conquista de la Unión Soviética (era una empresa, como mínimo, increíblemente optimista, ya que huelga recordar la enorme extensión de territorio de la antigua URRS).

El segundo problema vino con el retraso de seis semanas en el inicio de la Operación Barbarroja por la decisión del Führer de salvarle el tipo a Mussolini en los Balcanes. Asimismo, los alemanes no estaban preparados para librar a cabo una guerra larga, dado que Hitler daba por sentado que Rusia podía ser derrotada por completo para el verano.

Ordenó el sitio de Leningrado, pero no su captura, y retrasó erróneamente el avance final sobre Moscú al ordenar que sus Panzers acudieran al auxilio de las unidades asfixiadas en el sur del frente. Cabe destacar que si Moscú hubiese caído, los alemanes se habrían hecho con el control total de las conexiones ferroviarias rusas y habría minado enormemente sus vías de suministros. Sin duda, un error que le costaría muy caro al Tercer Reich.

Cuando Adolf Hitler ordenó a la Luftwaffe "liquidar" a los británicos, esta comenzó lógicamente por la inutilización de los efectivos de la Fuerza Aérea Británica (RAF). Según los propios responsables de la RAF, los nazis casi lo lograron y, de hecho, estuvieron a tan solo dos semanas de destruirla y de hacerse con la hegemonía absoluta de los cielos británicos.

El Führer decidió entonces que la Luftwaffe debería centrarse en el bombardeo indiscriminado de las ciudades inglesas, especialmente centrando sus ofensivas en Londres. Lo único que se consiguió con este cambio de estrategia fue crear cohesión entre la ciudadanía británica y darle una pequeña tregua vital a la RAF para poder recomponerse tras estar al borde del colapso.

Cierto, la ciudad de Londres quedó reducida casi a cenizas, pero las bajas alemanes llegaron a tal punto que tuvo que cancelarse toda la campaña de Inglaterra.

3. La cancelación de los programas de armamento experimental

Tras la caída de Francia en 1940, Adolf Hitler estaba tan seguro de la victoria final alemana que canceló la mayoría de los programas de investigación armamentística, bajo la errónea premisa de que era suficiente con las armas de las que disponía el Tercer Reich para ganar la Segunda Guerra Mundial.

Dos años más tarde, con los alemanes en serios aprietos para hacer frente en todos los frentes a las armas aliadas de nueva generación, Hitler decidió reiniciar de nuevo a toda prisa los antiguos programas de investigación y desarrollo. Lo cierto es que se habían perdido dos años y, peor aún, la mayoría de los mejores ingenieros habían caído en el sangriento frente ruso.

Pese a todo, la Alemania nazi logró producir varias armas impresionantes, pero nunca en cantidades suficientes (ni con el nivel de perfeccionamiento necesario) como para obtener una ventaja táctica determinante en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial.

4. La orden de "no retirarse jamás"

Probablemente el mayor error que Hitler cometió en Rusia. Cuando las cosas empezaron a pintar mal para los alemanes durante el primer invierno, Hitler ordenó a sus tropas que nunca se retirasen bajo ninguna circunstancia. Es una medida un tanto descabellada si se analiza fuera del fanatismo, dado que no tiene mucho sentido dejar que masacren a las tropas ante un enemigo que las supera en número y/o en potencia de fuego.

Stalin también era defensor de esta cuestionable doctrina, prefiriendo también anteponer el orgullo a la vida de sus sufridos hombres. En el caso de Hitler, esta medida fue un error garrafal también por otro motivo: la ventaja táctica de los alemanes residía en la movilidad de sus efectivos.

Habría sido infinitamente más eficaz retirarse a tiempo y contraatacar con eficacia. El único general que tuvo valor en contradecir a Hitler sobre este asunto fue Erich von Manstein, aunque pagó un precio bastante elevado (fue relevado del mando en marzo de 1944 tras salvar a las tropas atrapadas en el mítico Cero de Korsun-Cherkassy).

5. El uso del Me-262 como un bombardero

El Messerschmitt Me 262 o Me-262 era un avión imponente y en muchos aspectos adelantado en más de una década a su tiempo. Fue el primer caza a reacción del mundo y superaba a los mejores aviones aliados de la Segunda Guerra Mundial. El Me-262 fue concebido, diseñado y desarrollado como un caza a reacción (era un avión diseñado específicamente para derribar aviones aliados).

Hitler ordenó su producción en serie... como bombardero.

Sus subordinados trataron de seguir discretamente desarrollándolo como caza, pero Hitler se aseguró de que fuese finalmente desarrollado como bombardero. En vuelos de pruebas fueron pocos los pilotos capaces de alcanzar con sus bombas objetivos situados a poco más de un kilómetro.

El Messerschmitt Me 262 fue un fracaso total (y previsible) como bombardeo. Cuando vieron la luz unos cuantos Me-262 como cazas ya era demasiado tarde para revertir la destrucción de la Luftwaffe.

6. Ausencia de mujeres trabajando en las fábricas

¿Tuvieron los Nazis que recurrir al trabajo esclavo en sus fábricas porque eran "malos"? Lo cierto es que lo hicieron principalmente motivados por una gran escasez de mano de obra en las fábricas, dado que Hitler había decretado que los mujeres no debían realizar trabajos en ellas.

En cambio, millones de mujeres estadounidenses y británicas trabajaban sin descanso en las líneas de producción, permitiendo así que millones de hombres pudieran concentrarse en la batalla. Los alemanes sufrieron carencias vitales de mano de obra durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que sus mujeres permanecían en casa representando el papel de madre y ama de casa pregonado por el nacionalsocialismo.

7. La declaración de guerra contra EE. UU.

La declaración de guerra de Hitler contra los EE. UU. ocurrió justo después del ataque japonés sobre la base hawaiana de Pearl Harbor.

¿Por qué? El Führer pensó que sería un buen movimiento para la moral del pueblo alemán.

Probablemente los EE. UU por su parte le hubieran declarado la guerra al Tercer Reich, pero lo cierto es que Hitler le puso en bandeja a Roosevelt lo que quería (a Roosevelt le había costado mucho convencer al pueblo estadoundense de adoptar una política intervencionista desde los mismos albores de la Segunda Guerra Mundial).

8. Más errores en la Unión Soviética

En 1942, Adolf Hitler ordenó a sus ejércitos capturar los campos petrolíferos del Caúcaso y la ciudad de Stalingrado, dejándolos demasiado esparcidos por el vasto territorio soviético. Como resultado, sus fuerzas fueron incapaces de hacerse con los campos petrolíferos y sufrieron enormes pérdidas en la batalla de Stalingrado. Se cumplió el dicho popular de que "el que mucho abarca poco aprieta".

En 1943, en Kursk, Hitler ordenó una ofensiva a gran escala aunque los rusos sabían claramente que el Führer iba a lanzar dicha ofensiva. La última gran ofensiva de los ejércitos alemanas fue épica: los rusos presentaron una feroz resistencia y supieron prepararse a conciencia. De hecho, la Batalla de Kursk fue la batalla de tanques más grande de toda la historia militar y se saldó con la derrota de Alemania.

El desenlace de Stalingrado había significado que Alemania no iba a ganar su guerra con Rusia, el de Kursk significó que serían los rusos los que finalmente la terminarían ganando.

10. La Batalla de las Ardenas

El último intento de Adolf Hitler para ganar la Segunda Guerra Mundial. Trató de repetir el éxito de 1940 atacando a los Aliados usando exactamente la misma estrategia. Lo cierto es que sus fuerzas eran bastante más pequeñas ahora, no disponían de suficiente combustible y se tenían que enfrentar a un enemigo muy superior al ejército francés de 1940.

Ciertamente hubiera sido más sensato atacar a los rusos y tratar de frenar su avance, ya que la Batalla de las Ardenas estaba condenada al fracaso desde un principio.

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