Al-Watan (Siria)
por Thierry Meyssan
A pesar de que la Conferencia de Ginebra realizada en junio de 2012 había precisado las bases para la paz en Siria, la guerra siguió su curso durante año y medio. 100 000 muertos más tarde, las potencias que planificaron y alimentaron el conflicto han admitido al fin su derrota. Moscú y Washington planean ahora la realización de una nueva conferencia de Ginebra para obligarlas a tomar formalmente nota de la victoria de la República Árabe Siria.
Para algunos capitalistas, la crisis económica de 2008 se caracteriza por la imposibilidad de obtener grandes ganancias en Francia debido al empobrecimiento de las clases populares. Así que empujaron al entonces presidente Sarkozy a preparar la guerra en Siria, proyecto cuya aplicación prosiguieron mientras aquel presidente negociaba la retirada francesa. El representante de los intereses de aquellos personajes en la sede de la presidencia de Francia era el jefe del estado mayor particular del presidente de la República, el general Benoit Puga, a quien el nuevo presidente Francois Hollande mantuvo en ese cargo.
La campaña electoral de Francois Hollande estuvo financiada fundamentalmente –y también ilegalmente– por Qatar. Este minúsculo emirato, antiguamente vinculado a Francia, estaba gobernado por el ambicioso jeque Hamad desde el golpe de Estado de 1995. En 1999, el emir Hamad autoriza Exxon-Mobil a explotar de forma ilimitada los yacimientos de gas de Qatar. En pocos años, el pequeño emirato se convierte en un gigante mundial del gas y en propiedad de facto de la familia Rockefeller. A su llegada a la presidencia de Francia, Francois Hollande escoge como ministro de Relaciones Exteriores a Laurent Fabius, quien había servido de intermediario entre él y el emirato. Pero Fabius es ante todo lo que se ha dado en llamar «un amigo de Israel». Actuando como tal, Fabius empujará Francia a «desangrar» Siria.
El ataque comenzó el 18 de julio de 2012 con un atentado que costó la vida a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional de Siria. Siguió a ese atentado una guerra de año y medio que dejó más de 100 000 muertos. En este momento, ya se ha llegado a la conclusión de que esta guerra no tendrá solución militar, dado que los Contras eliminados son rápidamente reemplazados por otros.
Moscú y Washington hablan en este momento de una Conferencia Ginebra 2. En efecto, el Reino Unido se vio oportunamente obligado a retirarse como resultado de un voto de la Cámara de los Comunes; el emir de Qatar fue obligado a abdicar por presiones de Estados Unidos; Francia no ha podido mantener su presión militar después de su intervención en Mali; Turquía está demasiado dividida para poder embarcarse en ningún tipo de operación de gran envergadura. No queda, de hecho, más que un solo jugador: Arabia Saudita.
Riad instaló a su ministro adjunto de Defensa en Amman –la capital de Jordania– para formar allí una fuerza de 50 000 mercenarios. Lo previsto era que el ataque químico perpetrado en la Ghouta por los Contras y con material proveniente de Turquía daría un giro a la situación. Los comandantes aliados se reunieron en Amman para preparar la operación de cambio de régimen… pero no pasó nada.
En realidad, al igual que cuando Washington obligó al emir de Qatar a salir del escenario, toda la excitación sobre los anunciados bombardeos estadounidenses contra Siria no tenía más objetivo que forzar la retirada de Arabia Saudita. Después de lanzar aullidos de dolor y de anunciar que se vengaría de Estados Unidos, los Saud parecen haber bajado la cabeza cuando John Kerry se fue hasta Riad para recordarles que si todavía se mantienen en el trono es porque Occidente así lo quiere. Resuelto ese problema, la Conferencia Ginebra 2 debería tener lugar a principios de diciembre o a finales de enero. De esa manera, los aliados de Estados Unidos concretarían por fin el acuerdo secreto pactado entre Moscú y Washington hace año y medio.
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Al-Watan (Siria)
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