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Por Alexm @GallagherCrow

En ese momento de su vida las máximas de su conducta habían quedado ya anticuadas. No le quedaba tiempo para crear otras nuevas y tampoco podía, por ello, plantearse nuevos retos. En su mente rondaba incansable la misma voz que esta historia os narra repitiendo sin cesar estas palabras:

-Cuenta cada una de las letras de este canto y cuando hayan formado cien vocablos el telón ya se habrá cerrado.

El anciano no temía el juicio que le esperaba al otro lado porque su consciencia, tranquila y aletargada, sabía que había consumido cada palabra y que todas estaban ya plasmadas.