Ingresos pasivos son aquellos que tienen lugar de forma constante y automatizada en virtud de un trabajo realizado una sola vez. Quiere ello decir que, a raíz de una acción inicial, percibimos un beneficio económico muchas veces y además lo hacemos sin trabajo alguno, en forma automatizada o casi, de ahí el nombre de pasivos.
La acción inicial puede ser de distintos tipos. Básicamente dos:
Un trabajo, físico o digital, que da lugar a algo: un bien o un producto.
Una inversión económica, que da lugar a beneficios a partir del momento en que se realiza.
Las idea centrales, por tanto, son:
Que el trabajo, la acción o la inversión que realicemos al inicio sea LA ÚNICA que haya que realizar.
Que a partir de ese momento se produzcan beneficios.
Que los mismos sean constantes, recurrentes y prolongados en el tiempo, incluso virtualmente infinitos.
Y que se produzcan en modo automático o casi, es decir que no requieran de más esfuerzos por nuestra parte.
Dicho lo cual, podemos ya distinguir los ingresos pasivos de todo un abanico de otras formas de obtención de ganancias que nada tienen que ver con ellos.
La principal, los ingresos derivados del trabajo por cuenta ajena: trabajo consistente en la entrega de una determinada cantidad de tiempo a cambio de una determinada cantidad de dinero. Te comprometes a hacer una serie de cosas, durante un tiempo X, y a cambio recibes un salario, nómina o jornal.
Igualmente, los ingresos derivados de los negocios físicos, tradicionales, por cuenta propia. Cuando una persona decide poner en marcha una industria o establecimiento que requiere de su presencia física, aunque sea el dueño del negocio, el ingreso que percibe no es pasivo ya que exige un trabajo continuo. Si no se realiza, el establecimiento deja de funcionar y deja de producir ingresos.
Por otro lado, los ingresos derivados de las profesiones liberales. Consultores, asesores, abogados, ingenieros, médicos, psicólogos... realizan sus trabajos en función de tiempo (X dinero la hora) o en función de encargo (X dinero por trabajo). En ambos casos, el ingreso necesita de una entrega de tiempo que le priva del carácter de pasivo. Si no dispones de tiempo, no realizas la tarea y no hay ingreso.
Junto a estos ingresos NO pasivos existen otros cuya naturaleza podría ser más discutible, pero que igualmente no lo son o no tienen por qué serlo. Nos referimos a:
Ingresos por Internet. Existe la creencia generalizada de que todo ingreso que se produzca por la red adquiere automáticamente el carácter de pasivo, y ello por el mero hecho de no tener un origen físico, sino digital. Esto no es así. La cualidad de pasiva o no de un ingreso la confiere la automatización en el cobro y no el tipo de trabajo inicial que haya que realizar, sea éste físico o digital.
Ingresos apalancados. El apalancamiento consiste en la utilización de mecanismos que permiten, al modo de una palanca, multiplicar los efectos de lo que hagamos, es decir conseguir más resultados, más beneficios, más ingresos. Ingresos apalancados son, por tanto, aquellos que se valen de sistemas que los incrementan en gran medida: equipos de ventas, redes sociales, instrumentos financieros... En este caso, al igual que en el anterior, no hay que confundir la facilidad para multiplicar los ingresos con la automatización. Si a pasear de ser fácil, o más fácil, no es automático, no es pasivo.
Ingresos escalables. Son aquellos que pueden crecer sin límite, y que además no necesitan de una mayor inversión o coste para hacerlo. Este hecho, sin duda beneficioso para nuestro bolsillo, no le confiere sin más el carácter de pasivo. Debe serlo, como ya hemos dicho, con arreglo a los criterios anteriores.
Podemos clasificar los ingresos pasivos en función de varios criterios.
En función del acto inicial que les da lugar, podemos distinguir entre aquellos que consisten en la inversión de dinero o en la creación de activos: bienes, productos o servicios.
Entre los primeros (inversión de dinero) tendríamos la compra de inmuebles para arrendamiento, la compra de acciones de bolsa para percibir dividendos, la participación como socio silencioso en empresas de otros, etc.
Entre los segundos (creación de activos), tendríamos la creación de un servicio de lavanderías automáticas, la redacción de un libro, la invención de un material patentable...
En función de los resultados económicos esperados o previsibles, podemos distinguir entre
Ingresos pasivos con los que puedes ganarte perfectamente la vida sin necesidad de ingresos de otro tipo (ingresos derivados de la creación de equipos de ventas, de la puesta en marcha de negocios que lleven otras personas...), e
Ingresos que suponen simplemente un discreto complemento a tu vida económica: intereses bancarios, de productos financieros..., pero con los que evidentemente no puedes subsistir sin más.
En función del capital necesario para crearlos. Este criterio es distinto del que hemos utilizado al inicio. Aquí hablamos de que el ingreso requiera un gasto (la inversión de dinero) o no. En este sentido, hablamos de
Ingresos pasivos que no requieren de inversión alguna (básicamente los relacionados con el mundo digital e Internet),
Ingresos pasivos que sí requieren de inversión económica (el ejemplo anterior de las lavanderías, la puesta en marcha de un negocio de alquiler de bicicletas...). En función de la naturaleza del ingreso pasivo o del sector de actividad en el que se desenvuelve. Es la clasificación que vamos a utilizar en el presente manual. En este sentido, agrupamos los ingresos pasivos en 5 categorías:
Creación de bienes o prestación de servicios.
Mundo digital e Internet.
Talento y conocimiento.
Inversión de dinero.
Nunca me cansaré de decir que el mejor camino para llegar a un estado de libertad financiera es la elaboración de una estrategia de ingresos pasivos.
Ello, a su vez, implica la realización de una serie de acciones que nos lleven al fin deseado.
Una estrategia de ingresos pasivos supone tomar conciencia de las distintas posibilidades que se abren ante nosotros (los distintos tipos de ingresos que existen) y decidir con arreglo a una serie de criterios cuáles van a ser los elegidos y en qué orden. Posteriormente, por supuesto, actuar. Sin acción no llegamos a ninguna parte.
Los criterios en virtud de los cuales decidimos los ingresos que vamos a generar pueden ser de distinto tipo.
Unos vendrán determinados por la lógica de las circunstancias. Por ejemplo, si carecemos de recursos económicos, habremos de comenzar por generar ingresos que no requieran de inversión alguna y puedan producirse con los medios de que ya dispongamos (una mesa, un portátil, nuestro propio hogar, una conexión a Internet...).
En caso de que lo anterior (el dinero) no sea un problema, podremos decidir en función de nuestras predilecciones naturales o preferencias personales. En este sentido, y a modo de ejemplo, hay personas que prefieren simplemente poner su dinero a trabajar, es decir invertirlo en productos o mercados en los que puedan obtener beneficios económicos (bolsa, por ejemplo); otras prefieren las relaciones y comunicación entre personas (creación de equipos de ventas, de redes de franquicias, de equipos multinivel...); otras se inclinarán por la utilización de su talento y conocimiento para transmitirlo a los demás (creadores de infoproductos: libros, cursos, audios...), etc.
También es posible una combinación de los dos criterios anteriores: organizar nuestros recursos económicos y preferencias personales para crear una hoja de ruta.
Lo importante es que, enfoquemos nuestra estrategia como la enfoquemos, al final podamos disponer de flujos constantes de efectivo provenientes de diversas fuentes, para que, caso de presentar problema alguna de ellas, sigamos disponiendo de otras. Por ello, la diversificación es importante, aunque haya gente que defienda lo contrario (sin que necesariamente lo practique luego).