10.000 B.C. (Roland Emmerich, 2008. EEUU): anacrónico y moderadamente efectivo relato de aventuras en la Prehistoria, al que no ayuda su desconocido elenco actoral, firmado por un realizador que, si hubiera que definirlo en una palabra, esta sería entretenimiento puro y duro, ya que carece de prestigio alguno, desde sus fantasmadas más rechazadas tanto por la crítica como por el público (cuando generalmente es sólo lo primero), como Godzilla, y hasta algún intento de parecer un cineasta medianamente serio, como con El patriota. La acción está situada en la África del final de la Edad de Hielo, donde un hombre deberá rescatar a su amada, secuestrada por una tribu rival que luego se revelará como el (posible) origen de la civilización egipcia. Para ello, deberá sortear mil y un peligros en forma de criaturas prehistóricas, que es donde reside el único interés posible de la cinta, además de, como es lógico, algún instante visualmente atrayente, como es cada aparición del tigre o el avistamiento de los barcos. Pero si se busca un film de estas características, mejor revisitar el Apocalypto de Mel Gibson.