Género: Horror.
País: Estados Unidos - España.
Duración: 90 minutos.
Dirección: Darren Lynn Bousman.
Intérpretes: Timothy Gibbs, Michael Landes, Wendy Glenn, Denis Rafter, Lluís Soler.
"Después de la trágica muerte de su mujer y su hijo, el afamado autor norteamericano Joseph Crone viaja a Barcelona para reunirse con su hermano Samuel, un cura que se encuentra postrado en una silla de ruedas, y con su padre Richard, que se está muriendo. Sin embargo, el destino tiene un plan distinto para él. Joseph empieza a sufrir una serie de pesadillas y visiones relacionadas con la aparición constante del número 11:11, un fenómeno que se verá entrelazado con una serie de extraños sucesos que llevan sucediéndose en la iglesia lindante a su vivienda.
La inminente llegada de esa fecha y el presentimiento de que traerá desgracias mayores sobre los miembros de la familia de Joseph, creará una situación cargada de una insostenible tensión dramática en la que todo se desarrollará de un modo impredecible. Joseph pronto se dará cuenta de que 11/11/11 es más que una fecha… ¡Es una advertencia!"
En un plano similar al manejado en 2007 en El Número 23 con Jim Carrey, 11-11-11 se vale de la superstición númerica para crear una historia de misterio con muchos toques religiosos; sustos los hay a granel, algunos más obvios que otros pero el impacto es el mismo, ya que esas criaturas encapuchadas surgen en los momentos más incómodos e inesperados, tanto de noche como a plena luz del día, pero lo que falla realmente en la historia es esa necesidad de repetir una y mil veces la historia alrededor de los números y enlazarlo con el cariz religioso. Si hay que contar todas las veces que los personajes se reprochan el grado de creencias de uno y la falta de otro, la gracia de la trama se pierde totalmente. Sí, es obvio que el protagonista ateo y no creyente terminará creyendo al final pero, ¿era necesario hacerlo tan obvio?
Mi sorpresa principal radica en la dirección de Darren Lynn Bousman, que se alejó totalmente de todo el desperdicio de sangre de las Saws y brinda un film lleno de saltos y arranques musicales inducidos, una fotografía bien compuesta y, por supuesto, los toques de edición rápida que son su marca registrada ya. Bousman también escribió la película, y creo que el final que abordó estuvo lejos de aquellas revelaciones finales en los juegos de Jigsaw que tanto gustaron a la audiencia: al promediar las escenas finales (y con edición recapitulatoria de por medio) se nota que el director quiso hacer algo diferente y el final simplemente no encaja con el resto de la película, no tiene mucho sentido, crea agujeros en la trama difíciles de cerrar y, en general, no está al nivel de la trama en sí.
Calificación: C+