Que el actual Presidente de la pretendida primera potencia mundial haya elegido pronunciarse a través de la Biblia da escalofríos a quienes consideramos que el pensamiento y la conducta fundamentalistas no son exclusividad de una comunidad y/o religión. Escuchar en boca del Primer Mandatario norteamericano “Jehová de los ejércitos está con nosotros” o “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” dista de tranquilizar a los convencidos de que las cruzadas siguen tan vigentes como hace ocho o nueve siglos.
Para nuestra propia sorpresa, estos mismos espectadores nos quedamos con Bush hijo, que al menos prefirió citar a Abraham Lincoln. Claro que la carta enviada a una madre que perdió cinco hijos en la Guerra de Secesión tampoco resulta muy reconfortante, sobre todo cuando nos topamos con las expresiones “han muerto gloriosamente en el campo de batalla”, “costoso sacrificio en el altar de la libertad” y “Ruego al Padre Celestial”.
Inspirada en la conmemoración del (también martes) 11 de septiembre de 1973, la mente nos retrotrajo a julio pasado, cuando un equipo multidisciplinario conformado por expertos del Servicio Médico Legal chileno y por científicos extranjeros desmintió las versiones de asesinato y ratificó el suicidio de Salvador Allende. Quienes asistimos a la última edición del BAFICI recordamos además el impresionante documental que Betina Perut e Iván Osnovikoff filmaron sobre la muerte de Augusto Pinochet (de ahí la memoria cinéfila saltó a Machuca, que la TV por cable proyecta a veces aún hoy).
Al día siguiente, es decir ayer lunes, nos topamos con esta transcripción de un discurso alusivo en boca de Sebastián Piñera, que en ningún momento pronunció la expresión “golpe de Estado” ni el sustantivo “dictadura”. Al contrario, el actual Presidente de Chile se refirió a un “quiebre a nuestra democracia” como “desenlace previsible” (después de) “años y años de polarización extrema” (…), “pasiones desbordadas”, “utopías excluyentes”.