Tras nuestra primera e intensa toma de contacto con Edimburgo el día anterior, amanecimos en la habitación de 5 camas. Cada una de ellas ya tenía su función. Somos geniales para aprovechar el espacio. Tras arreglarnos y bajar a ese lugar en el que servían los desayunos que os comentábamos en el anterior capítulo, salimos bastante temprano del hotel.
Veinte minutitos de paseo y estábamos en la Royal Mile, caminito del Castillo de Edimburgo. El Castillo está incluido en la Explorer Pass. Nosotros, además, cogimos dos audioguías, que al tener la tarjeta tienen un descuento. La verdad que es recomendable, porque el Castillo tiene mucha tela, y no es lo mismo sumergirte en un sitio así solo, que con la Historia que te envuelve; se aprecian mejor todos los detalles.
Nos preocupaba el hecho de las colas y demás. Al ser temporada alta de turismo, y siendo el Castillo el mayor protagonista de la ciudad, habíamos escuchado que era bastante habitual tener que soportar largas filas. Nosotros llegamos más o menos hacia las 10.15. Entramos por la fila de la Explorer Pass, sin casi gente. Más o menos 20 minutos después, desde una de las perspectivas que teníamos desde el interior del castillo, se veía una larga cola para entrar. Ahí lo dejamos, por si os puede ayudar.
Lo del Castillo, no sabemos muy bien como describíroslo. Centrarnos en la Historia y sus diferentes compartimentos haría de este escrito algo demasiado largo y poco gráfico. Es allí donde más intensamente se puede vivir.
Sí deciros que de nuevo vuelve a tratarse de un Castillo en un enclave espectacular, en el centro de Edimburgo sobre una roca de origen volcánico. Su entrada se restringe únicamente a la empinada calle por la que tendréis que ascender.
Lo primero que encontrareis será la extensa explanada de la entrada. Si lo visitáis en agosto estarán montadas un montón de gradas con asientos, es ahí donde se celebra cada noche durante tres semana el Military Tatto del que os hablamos en el anterior capítulo.
La historia del castillo es larga, pasó de mano a mano durante un tiempo entre ingleses y escoceses, fue residencia real y en su interior se encuentra el recinto más antiguo de todo Edimburgo, la Capilla de St Margaret. Además, podréis disfrutar de curiosidades como un cementerio de las mascotas de los soldados, un museo Militar, los Honores de Escocia (Tesoros) entre otros muchos más.
Cambiamos de tercio. Abandonamos la historia militar de Edimburgo y nos dirigimos hacia otra de las atracciones del lugar. Un cementerio.
Sí, lo sabemos, parece increíble, friki, macabro, o romántico, hay adjetivos para todos los públicos. Pero es que en Escocia les gustan las leyendas, y les gustan los cementerios. Y en torno a ellos se fábrica una atmósfera inquietante. Tanto que, para los interesados, que sepáis que se organizan visitas guiadas nocturnas por los Closes (callejones) de la Old Town, de los que nos empaparíamos al día siguiente, y por los cementerios. Nosotros no las hicimos, pero hay varias “gratuitas” (la voluntad).
Si hay un cementerio popular en Edimburgo es el de Greyfiards. Pero antes de llegar a él, elegimos un camino, al sur del castillo que nos llevara a Grassmarket, una plaza con bastante encanto y dramática historia. Seguimos en la Old Town.
Tras el paseo por allí, nos acercamos al cementerio. Este cementerio es popularmente conocido por Bobby; suponemos que cuando os contemos quien es Bobby la historia os resultará familiar. Bobby, se dice que fue un pequeño perro, que tras fallecer su amo (vigilante nocturno del cementerio) pasó el resto de su vida pegado a la tumba de su ser querido El resto de su vida no fueron unos meses, no… fueron 14 años. Para que digan que la tranquilidad no alarga la vida. Como la normativa impedía que animales fueran enterrados en terreno consagrado, se le enterró justo a lado del muro de entrada al cementerio, no en el mismo lugar donde en actualidad veréis la placa en su honor.
Deciros que no bastó solo con la historia y el enterramiento en la zona de Bobby, si no que, además, tiene su propia escultura, enfrente del Pub Greyfiards a escasos metros del cementerio.
Ahora centrémonos en la otra vertiente del Cementerio, no es un cementerio cualquiera, es un cementerio con fama de embrujado… uhhh… si es que lo tiene todo. Nosotros por si acaso vamos de día, que quién evita la ocasión…
El caso, que el abogado malo, malísimo y cruel, muy cruel, fue enterrado allí, en su propio mausoleo. Pues se dice, se cuenta, se rumorea (y no en pocos sitios, ya que por lo visto este cementerio que es uno de los más tenebrosos existentes) que en los años 90, un mendigo, buscando refugio se metió en el cementerio, en el mausoleo de este horrible hombre, de alguna manera extraña se cayó y rompió el lugar donde se encontraba el cuerpo y desde entonces el abogado vaga, siendo tan malo (porque la maldad no caduca aunque pasen los siglos) importunando a visitantes, tanto, como hasta provocar su muerte. Arañazos, moratones, muertes en extrañas circunstancias, sensaciones paranormales… Vamos que lo estoy escribiendo y estoy pensando que igual viene a buscarme por estas palabras que le hemos dedicado… Ahí lo dejamos.
Aunque parezca extraño, salimos con hambre. Pero el tiempo se nos ha echado encima y comer no va a ser fácil, tenemos que tirar de un clásico escocés. Esta vez sí… McDonalds. así que paseamos hasta Princess Street (New Town) y hacemos una parada de supervivencia.
Tras reponer fuerzas, tomamos la decisión de acercarnos a un lugar que nos pilla un poquito lejos, pero que habíamos leído que era curioso, Dean Village.
Para ir a Dean Village, debéis coger Princess Street y sin miedo, para delante, un paseíto majo (dirección puesta a Calton Hill). En él aprovechamos para recorrer la calle con más detenimiento, que como os decíamos es principalmente comercial. En nuestra visita, estaban las obras del tranvía (suponemos que sería una especie de tranvía por la apariencia).
Y vaya, cuando llueve, llueve de verdad. Hasta el momento nos habíamos dicho que la Royal Mile a un lado tiene el castillo y al final de la misma, en el lado opuesto el Palacio de Holyrood. El paseo desde Dean Village hasta allí es larguito, y húmedo. Volvemos a pasar por Princess Gardens, hacemos un descansito y según van cayendo las gotas mas rápido nuestros pasos van al compás.
El día se va acabando y con él comienza la cuenta atrás para nuestra vuelta a Madrid, pero no estamos dispuestos a tomarlo aun como una despedida, el avión al día siguiente sale alrededor de las 18.30 de la tarde y queremos aprovechar para conocer, antes de irnos, los populares closes (callejones) de la Old Town y disfrutar del festival. Dejamos las maletas preparadas y nos vamos a dormir…
¿Tienes planes hoy?