El padre de mi amigo, casualmente, aquel día había ido en autobús a trabajar.
Un amigo australiano me escribía en su madrugada, tras recibir la noticia.
Un compañero de la Facultad vio entrar en la estación el tren maldito.
En la estación de tren del Pozo, uno de los heridos era un conocido.
En el colegio, aquel día, se trató de tranquilizar a muchos alumnos, pues varios padres y madres iban en tren a trabajar, como siempre.
Y una compañera sentenció:
- Hoy debería haber sido el Día de la Paz.