Hoy vengo como una novata de la bimaternidad con la sana de idea de contar como puedes llegar a ser bipolar para poder asumirla y llevarlo con cierta dignidad, o eso o vuelvo a bajar la tasa de natalidad de golpe. Sin más propósito que hacer terapia, porque con lo que llevo gastado en la churumbel de osteópatas, leches especiales y etc. para sus porculeros dos escasos meses de vida no me da para el psiquiatra y total esto es parecido o mejor, yo suelto mi rollo, algunos me leéis con santa paciencia y con suerte me siento hasta arropada por otra panda de bipolares, perdón quería decir bimadres. Por supuesto desde aquí mi admiración a todas aquellas que a partir del segundo hijo siguieron cortando leña con ahínco y pasión evitando el látex y aumentado la tasa de natalidad. Eso no es bipolaridad sino un don especial de la paciencia y la tolerancia infantil que no se vende en capsulas, la locura no va con vosotras, principalmente porque no os tiene que quedar ni tiempo para ello.
La bimaternidad empieza en el mismo momento en el que entras en el paritorio y en lugar de estar centrándote en pujar decentemente para evitar almorranas, estas pensando en la carita de tu primer hijo y si estará feliz, si le habrán puesto el pijama que le gusta o que habrá cenado. Pero la ostia a la realidad o la bipolaridad, llega el día en que entras con tu nuevo retoño por la puerta, en vuelto en una arrullo mientras caminas como una recién parida (léase a lo chiquito de la calzada) y empiezas a ver el umbral del postparto y que mejor para entrenarte que tu primera noche en casa tu hijo mayor vomite la cama, la alfombra y el pasillo mientras en tus brazos un ser de diminutas dimensiones berrea como loca por pillar tu teta. En ese momento es cuando suele salir a relucir esa gran característica masculina de desconocer donde están las cosas en casa,la culpable por supuesto eres tú porque guardas todo nadie sabe donde . Entonces te ves a cuatro manos cual diosa india, acunando una niña, poniéndote una pezonera y sacando sabanas del cuarto cajón…no me preguntéis como lo hicimos pero a los 40 min había un niño dormido, un padre tumbado, un bebe alimentándose y una madre dispuesta a vender su alma y su cuerpo al diablo que le salvara de esa nueva vida.
Tu cerebro va una velocidad indefinida con un virus llamado sueño y de repente te encuentras cantando canciones de cuna melosas y abrazando a un bebe, mientras por tu lado pasa un ser de escaso metro y algo al que no llegas a ver más que como una sombra y como eres bipolar además te ofuscas y el poco rato que le pillas es para cantarle las cuarenta. Razón por la que puedes recibir el rechazo de tu vida o que el nuevo ser no sea bienvenido, esto va en el pack junto con las almorranas, la falta de sueño y las cuatro manos que tienes que tener. Eso sí al contrario que con tu primer churumbel en este caso la gente y por alguna razón que desconozco no miente tanto como cuando es madre por primera vez…es decir las bimadres te van avisando de esos tres primeros meses en los que vas a querer saltar por el balcón, separarte de tu pareja y viajar a la china sin móvil ni reloj. El postparto es un túnel y con dos es de esos subterráneos como el que une Francia con Inglaterra, larguillo y profundo pero cheeeeeeeee en algún momento se llega a destino y subes del subsuelo al suelo, yo aun no necesito gafas de sol pero empiezo a notar cierta claridad, he dicho “cierta” así a secas.
Las expertas en la materia dicen que empiezas a dejar la medicación (es decir flores de Bach, chocolate, wassap desgarradores con amigas, kilos de comida grasienta y fría, etc.…) a los tres meses porque, después tu nivel de tolerancia al desorden, olvido, comida rápida, ropa sin planchar, depilación y maquillaje baja a unos niveles insospechables y entonces la bipolaridad desaparece para dar rienda al pasotismo. Con la firme esperanza que cuando pasen los siguiente tres meses y estés en los seis, el chándal, las ojeras, el desorden y la mala vida te parezcan muy cool porque las sonrisas, los juegos y el comienzo de interactuación entre los dos mini-terroristas de tu casa te parecerá la cosa más maravillosa del mundo y no habrá panacea mejor para cegarte y no ver lo demás. Confieso que esta última parte no termino de creérmela, mis niveles de tolerancia en algunas cosas son difíciles de bajar pero bueno nunca digas nunca jamás, porque me he pasado un mes con pijama y chándal con un foulard porteador y una niña de apego como único adorno corporal. Y la ensalada me ha parecido el mejor alimento del mundo porque por mucho que te interrumpan no se enfría y al ser ligera se digiere con facilidad.
Si con tu primer hijo pensabas que dormir está infravalorado, ahora súmale el comer, el cagar, el ducharte, el hablar por el móvil, el salir de casa en el tiempo estipulado, el cortar leña con regularidad y sin interrupciones…y si esto ya lo tenías sólo con uno, simplemente multiplícalo pero no por dos precisamente,porque ya sabes ahora que uno más uno no son dos.
*Las fotos de este post son del fotógrafo Arnatiz Eraso .