En el año 2000, la OMS estimo que más de 171 millones de personas en el mundo son diabéticas, y lo que es peor, para el año 2030 serán al menos 370 millones. Una cifra extraordinariamente alta.
La mala alimentación y la creciente tasa de obesidad, así como el envejecimiento y el desgaste natural del cuerpo, parecen ser los culpables.
Existen diferentes tipos de diabetes, pero todos ellos presentan problemas para mantener un nivel de azúcar en la sangre saludable. Es entonces cuando el cuerpo comienza a resentirse y a lanzar algunas señales de advertencia que pueden hacernos sospechar de esta enfermedad.
Ya hemos visto que el exceso de glucosa en sangre sin metabolizar es expulsado por la orina, sin embargo, si no se trata, puede afectar a otros órganos.
Así, la composición del humor vítreo de nuestros ojos cambia cuando padeces diabetes, lo que puede crear visión borrosa, daños en la retina y hasta ceguera permanente.
La diabetes es una enfermedad relacionada, en muchos casos pero no todos, con la obesidad. Muchos pacientes reciben la perdida espontánea de peso como una bendición, pero si tus hábitos alimenticios no han variado, no deben ser tomados a la ligera.
La glucosa en sangre y la mayor frecuencia a la hora de orinar, puede provocar que perdamos calorías extra, pero al final es un reflejo de un problema médico y nutricional.
Recuerda, ninguno de estos síntomas constituye por si mismo y de forma puntual, una alerta médica. Pero de presentarse de forma frecuente, solos o combinados, y sin razón aparente, son un buen motivo para consultar a tu médico de cabecera.