El presidente electo Mariano Rajoy anoche se limitó a hacer lo que suele: leer un discurso precocinado y pleno de frases hechas sin ningún contenido (al menos para mí). De él y los suyos quiero valorar la prudencia demostrada. Aunque para mí más que una señal de respeto al oponente, es un síntoma inequívoco de que están “acojonados” con lo que se les viene encima.
Sobre sus oponentes, poco que destacar. Sólo la gran cobardía que demostró el que ha sido hasta ahora el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, que se escondió tras las paredes de Ferraz y no salió a la palestra a apoyar (aunque fuera de forma simbólica) a su candidato.