Una de las principales virtudes del séptimo arte es la de conseguir forzar una perspectiva al espectador, sin que pueda huir de la misma, y cada director tiene ese as al comenzar una película. La magia del cine es que cada director puede utilizar esta oportunidad para hacer algo totalmente distinto. Puede enfrascarte en un viaje mágico capaz de agarrarte y no soltarte viviendo mil y un aventuras, haciéndote olvidar tu mundo durante dos horas. Pero también puedes inmiscuir al espectador en una realidad de la que él no podía haberse fijado antes, atarle durante dos horas para mandarle un mensaje, una idea… una perspectiva distinta. Antes de 12 años de esclavitud es obvio que hubo muchas películas que han tratado temas escabrosos, históricos o sobre el racismo en Estados Unidos pero Steve McQueen, director de las impresionantes Shame y Hunger, ha creado una visión de una historia real de una forma cruda alejada del sentimentalismo. La frialdad del terror más humano.
Como director, McQueen ha sido capaz de generar en su breve, pero intensa, filmografía personajes principales en la situación más crítica de su vida. También una de las marcas de su cine sería el utilizar los conceptos cuerpo y alma como unos elementos esenciales ante la caracterización del protagonista. En Hunger, Bobby Sands elige destruir su cuerpo en pos de la supervivencia de su alma. Mientras que en Shame, Brandon complace los deseos más viscerales de su cuerpo pero degenerando así su alma. Solomon Northup intercambia estos elementos a lo largo de la película, ya que no se basa en un concepto como las anteriores, sino en una evolución. Una realidad escabrosa que tortura a Solomon y lo hará cambiar para siempre.
Siendo un hombre libre, Northup es engañado y vendido como esclavo. Lo considero una gran manera de empatizar con el personaje por el mero hecho de que un espectador medio que vea 12 años de esclavitud será un hombre libre. Eso ayuda a comprender su perspectiva, sin entrar en razas, ahora comprendes como es que te arrebaten tu familia y te adentren en un verdadero infierno.
A lo largo de los doce años que dura la esclavitud de Solomon, esté pertenecerá a dos amos. Interpretados por Benedict Cumberbatch y Michael Fassbender. El primer esclavista conseguirá transformar a un hombre con un espíritu luchador, en un perrito faldero. Solomon se convence a sí mismo de que es un buen hombre, sólo es esclavista por las circunstancias. Su alma queda amoldada y desecha por el suelo, sólo por vivir un día más. El personaje interpretado por Cumberbatch saca a relucir lo fácil que es ser aliado de una situación histórica deplorable, tanto para el amo como para el esclavo. Porque este es uno de los puntos más fuertes de la película y es su falta de caracterizar a los esclavistas como villanos y a los esclavos como mártires. Aquí conocemos una verdad, no de forma sensiblera ni buscando el horror fácil, sino aludiendo al mismo. Es la representación más realista de esta injusticia, por ello la película se vuelve una obra de terror, en especial con la llegada del personaje interpretado por Fassbender.
El segundo amo es insensible, violento, sanguinario... “un rompedor de negros”. Él con su mujer forman un matrimonio que representa el auténtico mal. Si el anterior esclavista era hipócrita, este reconoce su mano dura y su desprecio ante personas que considera objetos. Con él, Solomon dejará su alma atrás por salvar su cuerpo, dudando en todo momento sobre si está haciendo lo correcto o prefiere salvar su alma abandonando su propio cuerpo. La intensidad de las escenas va creciendo a la vez que va avanzando la película.
Para sumergirte, 12 años de esclavitud tiene varias opciones. No solamente consigue que empatices con el protagonista, también cuida la creación de una atmósfera cargada de tensión, creando sucesiones de escenas llevadas por la angustia y los golpes directos a la garganta del espectador. Todo ello con una sobriedad y una frialdad aterradoras. En la película hay varias escenas capaces de sacarte el corazón del pecho, momentos en los que la cámara sigue rodando y el terror no para. La dirección fotográfica es increíble, las secuencias que genera solamente con la imagen sin necesidad de diálogos son arrebatadoras. Se utiliza el poder visual de las escenas sin miedo.
Sobre el plantel de actores sólo puedo destacar la gran representación de sus respectivos personajes. Durante momentos estos actores olvidan su verdadera personalidad consiguiendo hacer desaparecer su identidad para convertirse en el personaje. Demuestran la calidad que tienen todos, destacando especialmente la sorprendente actuación de Chiwetel Ejiofor, la potencia de Fassbender, la arrebatadora Lupita Nyong’o, la capacidad para transmitir prepotencia y la doble moral con Benedict Cumberbatch además de la capacidad de Paul Dano para ser un grandísimo actor interpretando a los seres más insufribles del celuloide.
Pero es una autentica lástima que con al final de 12 años de esclavitud acabe disparándose en su propio pie. [Spoilers] Las escenas finales rompen totalmente la narrativa de la película buscando en demasía el sentimentalismo. Lo comprendo, el espectador se ha unido al protagonista y puede aceptar cualquier final. Pero el deus ex machina que ejerce Brad Pitt al final es bastante forzado, después de todo, el espectador quiere lo mejor para Solomon tras todo lo presenciado y comprende la representación del personaje como un hombre blanco más comprensivo; pero ello no significa que quede bien en el film, haciendo que el final sea un regalo más que una lucha personal del protagonista. [Fin de Spoilers]
Nacho VázquezSevilla