Bodega: El Grillo y la Luna
DO: Somontano
Variedades: 52% Cabernet Sauvignon, 32% Tempranillo, 13% Garnacha y Syrah
Graduación: 14%
Precio: menos de 10 euros
La primera vez que compré este vino fue este verano, en
La Corona de L’Ainsa, en Huesca, su propietario, Javier Buil, sommelier y gran apasionado, me dijo que era un vino para disfrutar en pareja, o para ser egoísta. Qué paradoja, pensé, cuando uno de los mayores placeres del vino es precisamente compartirlo. Y sin embargo…qué razón tenía Javier !! Pero, como siempre digo, empecemos por el principio.
La bodega
El Grillo y la Luna, una de las más pequeñas de la DO Somontano, nace de la ilusión de dos familias, tradicionalmente dedicadas a la tierra y la agricultura, con un “terroir” de excepción. Con la colaboración del famoso Michel Rolland, comienzan a elaborar vinos complejos, con personalidad, que tratan de transmitir la tierra de la que proceden. Para ellos, el viñedo es el corazón de sus vinos, cuidan la tierra, procuran que mantenga el equilibrio entre el suelo, las plantas y el microclima de la zona.
Cogen la uva de forma manual, haciendo selección en el viñedo, y luego en la entrada en bodega, en mesa, para coger la mejor fruta. Intentan manipular la uva lo menos posible, evitando el contacto con bombas o medios mecánicos de arrastre, para preservar al máximo la pureza de la fruta. Vinifican en partidas pequeñas, de no más de 5000 kilos, para intentar mantener la tipicidad de los diferentes suelos de la propiedad. Y elaboran en madera, para desarrollar todo el potencial.
Una vez en bodega, las uvas fermentan, cada variedad por separado, en depósitos de acero inoxidable, a temperatura controlada. Posteriormente, maceran entre 2 y 4 semanas, y realizan la fermentación maloláctica, para terminar de criarse en barricas de roble francés de 2º y 3er año. Allí este 12 Lunas ha estado 9 meses de crianza. Una vez terminada, se procede a la mezcla de las diferentes variedades (coupage), y a clarificación por gravedad.
El resultado, como os decía al principio, es tal como decía Javier, un vino para ser egoísta. Tiene un color picota muy atractivo, que va dando muestras de su potencial. Este se muestra en la nariz, sus aromas son frescos e intensos, muy afrutados, ciruelas, moras maduras, un verano en la copa, una promesa de lo que nos podemos encontrar al beberlo. Y por fin, en la boca es suave, sedoso, con los taninos muy bien integrados. Muy fresco, nos enseña toda la fruta que prometía en nariz, en un final largo, con recuerdos tostados, dejando un recuerdo muy agradable en la boca, nada pesado pese a sus 14º. Invita a seguir bebiendo, a ponerte un poco más en la copa, hasta que, sin darte cuenta, te ha atrapado con sus encantos.
Es un vino para disfrutar lentamente, con una buena comida, en una ocasión especial, o no, simplemente para celebrar que hoy es hoy, sobre todo, teniendo en cuenta su precio, por debajo de 10 euros. Un señor vino, cuando lo encontré en mi tienda habitual de Barcelona casi lloro de la emoción !!