Calle de Kita. Mali
En abril y mayo, la temperatura media ronda los 40º. Doy fe que estábamos en esos registros. Sales a la calle, das dos pasos y notas como toda tu ropa se pega al cuerpo. Si no llevas gafas de sol estás perdido. Es un calor seco seco de esos que le dicen al cuerpo que no siga andando y que busque refugio rápido. Apenas he estado dos días pero se hace difícil pensar que los locales vivan aquí todo el año habiendose habituado a esas temperaturas. Hay que decir que a partir de septiembre refresca un poco. Por la noche el panorama no cambia y es obligatorio (como mínimo para los no nativos) dormir con ventilador. Aunque he dicho que no hay nada que ver, eso no "kita" para deciros que nos encontramos ante una ciudad importante, capital de provincia, por la que transcurre la linea ferroviaria que une Dakkar con Bamako. Típico de Kita: los cacahuetes, es una de las principales zonas productoras del país.
Mercado de Bamako
Y así ha sido nuestra visita relámpago a Mali. Me he quedado con ganas de hablar con más gente que me contase su historia y la visión de su país pero no ha podido ser. El sábado en Bamako pude ir a un concierto al aire libre a orillas del río Níger. Fantástico. Tocaron varios grupos, incluida una coral de 10 miembros. La musica, los bailes, la intensidad, el ritmo... Todo un espectáculo con mayúsculas. El domingo tuve la suerte que Moussou me guiara por las tiendas del mercado de Bamako. Otro show altamente recomendable. Ir con una experta que sabe cuando regatear, cuando retirarse y cuando disfrutar del momento hace que uno se relaje y viva más el caos absoluto (dentro de un orden) que impera en cualquier mercado africano. Da igual lo que pidas; si en el tenderete en el que estás no lo tienen, algún chaval o alguien cercano sale disparado a buscar lo que has pedido. Todas las conversaciones tienen una estructura similar. "Como sois mis primeros clientes os voy a hacer un precio especial" "¡Pero si son las 11 de la mañana!" "No, no, no gano nada engañándonos: mi primer precio es 8.000 francos pero ese es mi primer precio". Los regateos no son tan cansinos como en otros mercados orientales. Un par de ofertas y listo: las dos partes piensan que han hecho un buen negocio (aunque ya os avanzo que siempre son ellos el que lo hacen). Tiendas cuyo producto más caro no supera el euro (y en las que inevitablemente me pregunto: ¿como podrán vivir de esto?), especies, jabones artesanales, mil y un collares, calzados, pinturas, artesanos de la madera, comida, vendedores de bolsas de plastico, tela... gritos, empujones, ofertas y contra ofertas, invitaciones amables, agresivas y en el que te puedes convertir en vendedor (me ofrecieron dinero por mi cámara). Todo mezclado a los ojos del profano pero con un orden logico para el que lo conoce o vive en Bamako. Dos horas de Africa en estado puro. Tendremos que volver otro día ¿no?El próximo post, ya de vuelta desde el continente europeo.