12.4.- El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República.

Por Rafaelrodrigo

Etapas:

Gobierno provisional (octubre 1868-junio 1869)
Regencia de Serrano (junio 1869-diciembre 1870)
Monarquía de Amadeo I (diciembre 1870-febrero 1873)
Iª República (febrero 1873-enero 1874)
- República Federal
- República unitaria
República ducal (enero 1874-diciembre 1874)
La Revolución Gloriosa.
Las causas de la revolución de 1868 que puso fin al reinado de Isabel II, se remontan a los cinco años anteriores y son múltiples.
La situación económica se había ido deteriorando a partir de 1864, a la crisis de la industria textil se unieron la de los ferrocarriles, la quiebra bursátil, la bancarrota de la Hacienda pública y dos pésimas cosechas en 1866 y 1867. Consecuencia de ello fue un descontento generalizado y el aumento del paro.
La situación política también fue deteriorándose. Tras la Noche de San Daniel (1864) y los sucesos del cuartel de San Gil (1866) se sucedían las muertes de Narváez y O`Donnell, en 1868 y 1867 respectivamente. Así en 1868 salvo una reducida camarilla nadie apoyaba a la Reina, los grupos de oposición firmaban el Pacto de Ostende que tenía como objetivos la destitución de la reina y la convocatoria de unas Cortes constituyentes, además de reivindicaciones populares como el sufragio universal, la supresión de las quintas y la abolición del impuesto de consumos. Formaron parte de él demócratas, progresistas (Prim) y finalmente los mismos unionistas (Serrano)
La revolución comenzó en Cádiz el día 17 de septiembre, cuando el almirante Topete sublevaba la flota al grito de “Viva España con honra”. Se trataba de un pronunciamiento militar más, ya que formaban parte de la conspiración los también generales Ros de Olano, Prim y Serrano. El apoyo popular vino después, cuando los sublevados armaron a la población creando los Voluntarios de la libertad y además se organizaban Juntas revolucionarias. Se fueron uniendo a la sublevación, Málaga, Almería, Cartagena y Alicante. Finalmente el 28 de septiembre se producía la batalla del puente de Alcolea, donde las tropas al mando de Serrano derrotaban a las gubernamentales, un día después la Reina partía al exilio desde San Sebastián.
Las primeras medidas del Gobierno provisional, formado el 8 de octubre por Serrano Figuerola (Hacienda), Ruiz-Zorrilla, Sagasta (Gobernación), Prim (Guerra) y Topete (Marina), consistieron en disolver a Voluntarios y Juntas, nombrar nuevos ayuntamientos y diputaciones y exigir a los gobernadores civiles que garantizasen el orden. A comienzos de diciembre el gobierno convocaba para el mes siguiente elecciones a Cortes constituyentes mediante sufragio universal de los varones mayores de 25 años.
La Constitución de 1869
La principal polémica se centro en la forma del Estado. Los firmantes del manifiesto de los Cimbrios, como Manuel Becerra, abogaban por una monarquía democrática, mientras que José María Orense, Castelar, Figueras y Fernando Garrido se inclinaban por la república. Las elecciones fueron bastante limpias, pero muy condicionadas por el alto número de analfabetos que permitieron a las autoridades locales orientar el voto.
En junio de 1869 se aprobaba la nueva constitución con 112 artículos en 11 títulos, era la primera constitución democrática de España y una de las primeras de Europa. Las características principales del texto eran:

  • a) Se proclamaba la Soberanía Nacional y el sufragio universal.
  • b) Se establecía la Monarquía como forma del Estado. El Rey carecía de poderes legislativos y ejercía el ejecutivo a través de sus ministros, suponía por tanto una monarquía democrática y parlamentaria.
  • c) La división de poderes. El legislativo reside en las dos Cámaras, el ejecutivo corresponde a los ministros, que responden de su gestión ante las Cortes, y el judicial a un cuerpo de jueces independientes. Se regula el acceso por oposición a la carrera judicial y se crea un Consejo de Estado para dirigir la administración de justicia.
  • d) Una exhaustiva declaración de derechos, que las Cortes hicieron muy elaborada para evitar que hubiera que desarrollarla posteriormente mediante leyes, y que estas sirvieran para recortarlos, como había ocurrido bajo los Gobiernos moderados. Se establecían como derechos imprescindibles e ilimitados, los de libertad, inviolabilidad del domicilio, derecho al voto, de residencia, libertad de enseñanza, expresión, reunión y asociación. En general se hacía más hincapié en los derechos individuales que en los colectivos, una característica propia de todo el constitucionalismo liberal burgués.
  • e) El sufragio universal de los varones mayores de 25 años. El Congreso se elegiría a razón de un diputado por cada 40.000 habitantes, y el Senado de forma indirecta a través de compromisarios: se renovaría cada 3 años parcialmente y serían elegibles los mayores contribuyentes y las altas jerarquías de las instituciones, el Ejército y la Iglesia. Se mantenía así el modelo conservador del Senado.
  • f) La regulación de Ayuntamientos y Diputaciones mediante la elección de los concejales por sufragio y la de alcaldes entre los concejales.
  • g) La cuestión religiosa fue objeto de apasionados debates. Finalmente se aprobó la libertad de cultos, pero también el compromiso del Estado de mantener el culto y clero católicos.
  • h) Por último, se incluía el compromiso de regular la situación de las colonias de ultramar, que no impidió una sublevación en Cuba.
En conjunto, la Constitución de 1869 establecía un régimen democrático, apto para incluir en él todas las alternativas políticas, que habían realizado la revolución, dentro de un orden burgués.
Los problemas del régimen y la búsqueda de un rey
Aprobada la constitución Serrano fue nombrado Regente y Prim pasó a dirigir el Gobierno. Su objetivo era triple: conseguir unir a los partidos detrás de un programa que permitiera estabilidad, emprender el desarrollo legislativo y la búsqueda de un candidato al trono.
Pese a los esfuerzos de Prim la unidad de los partidos fue imposible, los republicanos pasaron a la oposición por la fórmula monárquica y el general formo un Gobierno de mayoría progresista con un unionista, Topete, y dos demócratas, Rivero y Manuel Becerra. Entre 1869 y 1870 se fueron publicando una serie de leyes reformadoras, Ley de Orden público, Ley electoral, nuevo Código penal, Ley Orgánica del poder judicial, Ley de enjuiciamiento criminal, Ley municipal y provincial y Ley sobre el matrimonio civil. En el terreno económico el ministro de Hacienda Laureano Figuerola aprobó varias medidas muy importantes. Por un lado la Ley de aranceles, que rebajarían las aduanas progresivamente hasta un 15% del valor de 1868, esta medida librecambista enfrentó al Gobierno con los industriales. Por otro lado en octubre de 1868 racionalizó el sistema monetario, otorgaba en exclusiva la función de emitir moneda al Banco de España y establecía la peseta como nueva unidad monetaria.
La situación social fue muy convulsa a los levantamientos de campesinos en Andalucía en 1868 hay que sumar sublevaciones republicanas en 1869 en Valencia, Zaragoza y Andalucía. Aunque sometidas por el Gobierno muchas de ellas terminaron organizando partidas guerrilleras. Además en 1868 con el grito de Yara estallaba una sublevación en la isla de Cuba al mando del coronel Céspedes. La excesiva brutalidad del general Lersundi hizo que esta se extendiese y la llegada del más diplomático general Dulce no consiguió sofocarla.
La búsqueda de nuevo rey también resultó complicada a los candidatos vetados, como el duque de Montpensier, se unían las casas que declinaban la oferta como las escandinavas o la Portuguesa. Finalmente y tras provocar una guerra entre Francia y Prusia, telegrama de Ems, el príncipe italiano Amadeo de Saboya accedió a aceptar la Corona. El 16 de noviembre de 1870 se produjo la votación arrojando un resultado de 191 a favor y 91 en contra. Amadeo I llegó a Cartagena el 30 de diciembre y allí mismo recibió la noticia del asesinato de Prim tres días antes.
El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
No iba a comenzar bien el reinado del monarca falto de su principal valedor. El reinado de Amadeo I fue un fracaso completo. Por un lado el carácter del monarca, tímido y que hablaba bien castellano y por otro la ausencia del general Prim. Pero en el fondo la razón fundamental es que nadie creía en España que la casa de Saboya fuese la solución. La oposición a su persona fue de lo más variada:
  • a) La aristocracia y los terratenientes, que asociaban su monarquía con la democracia, un peligro para su posición social. La nobleza madrileña hizo el vacío al Rey, pensando que sólo los Borbones y la constitución de 1845 garantizaba una vuelta a la normalidad.
  • b) Los sectores industriales estaban enfrentados al liberalismo económico del Gobierno y también pensaban que la vuelta al proteccionismo económico vendría de la mano de los alfonsinos.
  • c) La jerarquía eclesiástica estaba enfrentada con la casa de Saboya, sobre todo tras la toma de Roma y la desaparición de los Estados Pontificios de la mano de Víctor Manuel I, padre del Rey.
  • d) Los carlistas, que además habían vuelto a tomar las armas en defensa de su candidato Carlos VII.
  • e) Los republicanos, para los cuales una monarquía no aseguraba la democracia y seguía siendo un Gobierno oligárquico que les excluía del poder.
Hasta tal punto llegó el menos cabo de la figura del Rey que llegó a estrenarse en Madrid una obra de teatro titulada Macarroni I. Durante su reinado se sucedieron seis Gobiernos y tres elecciones generales. Los progresistas se habían dividido en constitucionales, Sagasta, y radicales, Ruiz-Zorrilla. Además se sucedieron los escándalos, las mociones de censura y el amaño de las elecciones, sobre todo en 1872. Ese año la sublevación en Cuba seguía en aumento, se producía una sublevación republicana en El Ferrol y la sublevación carlistas, pese a la tregua de Amorebieta, tomaba fuerza en Cataluña, tras restaurar Carlos VII los fueros. Si sumamos el estallido de la comuna en Paris, la presencia de la AIT en España, congreso de Zaragoza, y el enfrentamiento en las Cortes entre conservadores y abolicionistas da una idea del deseo del Rey de abandonar el trono cuanto antes.
En febrero de 1873 se le presentó la oportunidad. Ruiz-Zorrilla nombro capitán genera de Cataluña a Hidalgo de Quintana, responsable en parte de la represión de 1866 en el Cuartel de San Gil. Los artilleros protestaron, Ruiz-Zorrilla pidió la disolución del cuerpo, negándose el Rey. Tras presentar el presidente una moción de confianza a las Cortes el Rey tuvo que firmar el decreto y acto seguido presentar su abdicación el 11 de febrero de 1873. Esa misma noche se proclamaba la república.
La Iª República
La declaración era anti constitucional, pero apenas había otra alternativa. Ni alfonsinos ni carlistas tenían apoyos suficientes, así que los diputados, en su mayoría radicales, eligieron jefe del poder Ejecutivo a Estanislao Figueras, que sería así el primer presidente de la República. Este nombró un Gobierno de republicanos y radicales, destacando Pi i Margall en el ministerio de Gobernación. El nuevo sistema político llegaba en un momento caótico. A la crisis agraria se sumaba la quiebra financiera, eran pocos los sectores sociales que la apoyaban, con ideas muy diversas de que camino debía tomar y a nivel internacional tan solo Suiza y Estados Unidos reconocían al nuevo Gobierno.
Todos los grupos políticos se retrayeron de la participación política y los mismos republicanos se encontraban divididos en varias tendencias. Se produjeron sublevaciones campesinas en Andalucía, surgieron los primeros focos federalistas y Juntas revolucionarias, a duras penas disueltas por Pi i Margall, además por dos veces el partido radical intentó un golpe de Estado, especialmente grave fue el segundo liderado por Topete y Pavía. En las elecciones de mayo se impusieron de forma aplastante los republicanos, pero con un 60% de abstención. Se proclamaba la República federal y el 9 de junio era nombrado presidente Pi i Margall.
Se aprobó una nueva constitución en 1873, aunque nunca llegó a entrar en vigor, establecía la república confederal compuesta de 17 estados y varios territorios de ultramar, los municipios tendrían su propia constitución local y su división de poderes entre Alcaldía (Ejecutivo), Ayuntamiento (Legislativo) y Tribunales locales (Judicial). La misma estructura se repetía en el Estado, con legislativo formado por dos cámaras de elección directa y un Senado formado por cuatro representantes de más de 40 años de cada Estado y un poder judicial presidido por el Tribunal Supremo formado por tres magistrados por cada Estado. Una amplia declaración de derechos como en 1869, con especial mención al derecho de asociación, y un Estado laico.
La Constitución no entró en vigor porque estalló una revolución, el cantonalismo, que acabaría con la propia República. El 7 de julio se proclamó una huelga general en Alcoy convocada por la AIT y reprimida por el Ejército. El 12 se sublevaban grupos federales en Cartagena haciéndose con el control de la flota y el arsenal. Rápidamente se extendió creándose Juntas revolucionarias en Málaga, Cádiz, Sevilla, Almansa, Granada, Castellón, Andujar, Bailén o Tarifa. De forma paralela los carlistas ampliaban los territorios bajo su dominio. El 18 de julio accedía a la presidencia Nicolás Salmerón.
Otorgó plenos poderes a los capitanes generales y envió a Pavía a Andalucía y Martínez Campos a Levante, además aumento los efectivos de la Guardia Civil, se restableció la pena capital, pero al tener que firmar las primeras condenas Salmerón dimitió el 5 de septiembre, el nuevo presidente era Emilio Castelar, el cuarto en siete meses. Partidario de un Estado fuerte y centralizado afirmo que “lo que necesitamos es orden, autoridad y gobierno”. Obtuvo poderes extraordinarios, suspendió las Cortes hasta enero, restableció las quintas y las ordenanzas militares, suspendió varios derechos constitucionales, restableció el Arma de artillería y ordenó el alistamiento de 80.000 hombres. Además obtuvo un crédito en el extranjero de 500 millones para sufragar la guerra. A finales de diciembre pudo detener el avance carlista y Cartagena estaba a punto de caer.
En la sesión de Cortes del 2 de enero de 1874 perdió la moción de confianza por 191 a 100, cuando se estaba votando un nuevo Gobierno el general Pavía hacía entrar a las tropas en el hemiciclo y disolvía las Cortes, se nombraba al general Serrano como nuevo jefe de Gobierno. Comenzaba la república ducal que duraría hasta el 29 de diciembre de ese mismo año cuando Martínez Campos se pronunciaba en Sagunto a favor de la restauración de los Borbones y del rey Alfonso XII, para gran disgusto de Antonio Cánovas del Castillo, el cual había maniobrado para una restauración legítima y legal de la monarquía.