1365, cuando los mallorquines tuvieron el privilegio de ser catalanes

Por Ireneu @ireneuc

Catedral de Palma

La estrecha relación que ha habido desde siempre entre catalanes y mallorquines, ha hecho que, como en toda familia bien avenida (nótese la ironía), el roce haya provocado tanto el cariño como la rozadura. Esto es así en tanto que la conquista de Mayurca fue una idea de Jaime I El Conquistador, llevada a cabo por tropas de nobles catalanes en 1229 y repoblada por catalanes del Roselló, Empordà y Barcelona. A partir de aquí, los follones familiares a raíz del reparto de herencias de Jaume I, ya son continuos durante más de un siglo y acaban por agriar las relaciones entre los catalanes de la península y los de las islas. Sin embargo, desde la corona aragonesa, se veía Mallorca como un asunto catalán, hasta el extremo que, Pedro IV, en 1365, concedió el privilegio a los mallorquines a ser considerados catalanes y a regirse por los Usos de Barcelona. Estoy hablando del Privilegio de Sant Feliu de Guíxols.

Corona de Mallorca

Cuando Jaume I murió en 1276, dejó su reino a su hijo Pedro III de Aragón (Pere II el Gran, para los catalanes), el cual heredó todos los títulos de los reinos que formaban la Corona de Aragón excepto el del Reino de Mallorca, el cual se lo dejó a su hijo Jaime II. Nadie se explica el porqué de este peculiar reparto de un reino, pero lo que menos se explica es que, encima, el recién nombrado Rey de Mallorca, tuviera que ser subsidiario del Rey de Aragón, o lo que es lo mismo, de su propio hermano. Para más inri, además de las Baleares el nuevo reino de Mallorca tenía los territorios del Rosselló, Cerdanya y el señorío de Montpellier, y tenía la sede real en Perpinyà. Un auténtico disloque.

La sede del rey de Mallorca (Perpinyà)

Sea como fuere, Jaime II se pasó por el forro lo de ser "subsidiario" de su hermano Pedro III y se independizó. Para acabar de liarla, Jaime II, se alió con franceses y el papado contra su hermano (ver El archipiélago más pequeño de la Costa Brava: Las islas Formigues), lo cual no hizo más que liarlo todo un poco más. Confiscaciones, recuperaciones, vasallajes y desvasallajes al rey de Aragón, hicieron que el "Reino de las Mallorcas" fuese trampeando independiente hasta 1349, en que Pedro IV, venciendo a Jaime III de Mallorca en Llucmajor, se anexionó las Baleares y los territorios dependientes de la díscola Corona de Mallorca y los incorporó, ya definitivamente, a la Corona de Aragón.

Jaume III de Mallorca

En todo este contexto de expansión de Aragón por el Mediterráneo y de recuperación de las tierras mallorquinas para el reino, el rey Pedro IV (Pere III el Ceremoniós para los catalanes) decidió conceder a las Baleares los llamados "Privilegios de Sant Feliu de Guíxols" en 1365. En estos privilegios, los mallorquines adoptaban las constituciones catalanas, con los oficios y beneficios catalanes. Asimismo, se regirían por los Usos de Barcelona e incluso tendrían derecho a representación en las Cortes Catalanas. De esta forma pasaban a ser catalanes de pleno derecho tal y como lo fueron los primeros repobladores de la isla 135 años antes.

Pedro III el Grande

Los mallorquines (léase baleáricos) a partir de entonces se guiaban por las leyes y usos de Barcelona, si bien tenía el inconveniente que, ante cualquier problema judicial tenían que ir a Barcelona a dirimirlos, lo cual molestaba sobre todo a las élites mallorquinas que adoptaron de no muy buen grado lo impuesto por el rey catalano-aragonés, llegando incluso a no enviar representantes a Cortes a Barcelona. Todo sea el decirlo, que ello no pasaba a los representantes menorquines e ibizencos, ya que, recelosos del centralismo mallorquín, no dudaban en marcar distancias con sus vecinos y enviaban representantes a Cortes. 
Esta inclusión dentro de la estructura política catalana hizo que, por ejemplo, en el Compromiso de Caspe de 1412, en que 3 representantes de cada reino (Aragón, Valencia y Catalunya) tenían que escoger el nuevo rey que mandaría en Aragón, los mallorquines estuviesen incluidos en la representación catalana.

Compromiso de Caspe (1412)

La situación de catalanidad jurídica de las islas duró hasta 1439, en que Alfonso el Magnánimo, tras las continuas quejas de los nobles mallorquines, decretó el llamado Privilegio de Gaeta, que suspendía el uso exclusivo del derecho catalán y se sustituía por el Derecho Romano y una adaptación isleña de los usos catalanes que serían las que funcionarían en las islas hasta el 1715, cuando la monarquía hispánica asimiló finalmente toda la Corona de Aragón.
En definitiva, por mucho que guste o no, las islas Baleares y Cataluña han tenido y tienen una profunda relación mutua que nadie puede negar, compartiendo una historia, una cultura y una lengua comunes, si bien cada una con sus innegables particularidades. Otra cosa es que las relaciones hayan tenido altibajos, alternando momentos de hermandad con momentos de desapego, y que haya habido gente que haya querido explotar las diferencias, pero eso, simplemente, es harina de otro costal.
Al fin y al cabo, los plurales en "-es" del catalán es una aportación de los escritores mallorquines.
Por algo será.

Pedro IV (Pere III) el Ceremonioso


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