En todas estas interpretaciones se ignora la escasa calidad democrática del sistema electoral español. Veamos los datos. El PP consiguió sólo el 30% del voto del censo electoral, es decir, de todos los españoles adultos que podían votar. Ello quiere decir que el 70% no le votó. No es cierto, por lo tanto, que el pueblo español que incluye, además de los votantes del PP, a los abstencionistas y a los votantes de otras opciones políticas, haya dado su apoyo al PP y a sus políticas de austeridad. La gran mayoría del pueblo español no votó al PP, ni apoya sus políticas.
Es más, los datos tampoco confirman que haya habido un movimiento del pueblo español hacia la derecha. El voto del PP fue del 30,27% de todas las personas que podían votar, que fue sólo un 0,96% (repito, sólo un 0,96%) más del que consiguió en 2008 en las anteriores elecciones legislativas (un 29,31%). Es difícil sostener que ha habido un tsunami a favor del PP, la expresión utilizada en la mayoría de los medios. Continúa siendo un partido que, bajo un sistema proporcional que diera el mismo peso a todos los votos, sería minoritario. Su aumento acentuado de número de parlamentarios se debe primordialmente al colapso del PSOE, que pasó de representar el 32,19% del censo electoral al 19,49%, precisamente por haber hecho los recortes que ahora el PP quiere expandir. No es coherente argumentar que hay un mandato popular para realizar las políticas de austeridad del PP cuando el PSOE fue expulsado del Gobierno precisamente por llevar a cabo tales políticas” [completo en http://www.vnavarro.org/?p=6544].
Pero incluso obviando que el 70% de los españoles y españolas mayores de 18 años no votamos al PP, deberíamos plantearnos quizá dónde está la “legitimidad democrática”, y parece evidente: en los banqueros. En la foto adjunta y en el artículo de hoy de Público: “El líder del PP elige a los banqueros como prioridad” [http://www.publico.es/espana/408663/el-lider-del-pp-elige-a-los-banqueros-como-prioridad] queda claro a quién representan los representantes democráticamente elegidos. Y es evidente que no es a nosotr@s, al pueblo soberano. Ya nos han dado nuestra ración cuatrianual de democracia, permitiéndonos poner en una urna un papelito que les da carta blanca para hacer lo que les de la gana, y ahora esperaremos otros cuatro años para que se dignen de nuevo en dirigirse a nosotr@s como los verdaderos soberanos. Mientras, empieza a aplicarse la “democracia real” (por usar la terminología de E. Aguirre): los banqueros decidirán la política a seguir… para mayor desplume de la mayoría de la población, que tendremos dos recursos: o invertir una parte de nuestro sueldo en vaselina, o dejar que nos lo hagan a pelo. Gran elección, que será de las pocas que podamos hacer. Apretaros los cinturones, que empieza el show…