Lav ya había terminado su primer día de pruebas, pensaba que los nervios la iban a traicionar pero desde el momento en el que cruzó aquella puerta de cristal se sintió como en casa. Sí, estaba claro, ese era su mundo, necesitaba seguir con esas prácticas realmente le gustaba. Cruza la puerta camino del banco que se encontraba al lado del gran edificio blanco, justo en el momento en el que se aproximaba al banco para sentarse una chica pasa por su lado y la empuja.
- Eh, cuidado.
La chica no hizo caso. “Mejor será relajarme”.
- Lav, ¿nos vamos? -Su hermana la había sacado de su pensamiento
- Sí.
- ¿Qué tal tu primer día de prácticas?
- Perfectamente, pensaba que sería peor, que como no conocía a nadie sería una situación incómoda pero no fue así, los otros alumnos en prácticas son muy amables y además conocí a una chica, Aubrey Heigl y...
- Espera, ¿has dicho Heigl?
- Sí, ¿por qué?
- Mi compañera se llama Kate Heigl, ¿cómo es?
- ¿Quién?
- Tu amiga, quien sea, esa tal Aubrey...
- Es rubia, de estatura media y muy simpática.
- ¿Eso es lo único que puedes decirme de ella? -El tono de voz de Gin iba aumentando a medida que pasaban los segundos- ¿LLEVAS MÁS DE CUATRO HORAS CON ELLA Y NO SABES DECIRME NADA MÁS?
- Eh Gin, relajate. No la conocí hasta casi final de las prácticas, si te sientes mejor mañana le preguntaré si tiene una hermana. Ahora, vamonos a casa.
Gin decidió no contestar, todo se le asemejaba más y más extraño. El resto del camino transcurrió en silencio, ninguna de las dos hermanas se atrevía a hablar y a la vez cada una pensaba en lo nuevo que había vivido. Llegaron a la puerta de su casa, nunca se habían parado a observarla, era verde y la puerta era de madera pintada de color beige, no era algo maravilloso y digno de obra de arte pero era su hogar y para ellas era el más lujoso de aquella localidad en la que cada casa, por la cual pasaras, era peor a la anterior. Gin quería salir fuera, quería viajar, ese era su mayor secreto, volar por todas las zonas del continente Europeo y fuera de este pero el dinero no era suficiente y suponía que los sueños, sueños eran. En ese momento recordó una de las obras que más le gustaba y su parte favorita, recordaba haberla estudiado en literatura años atrás:
“¿Qué es la vida? Un frenesí.¿Qué es la vida? Una ilusión,una sombra, una ficción,y el mayor bien es pequeño,que toda la vida es sueño,y los sueños, sueños son.”
La vida es sueño de Calderón de la Barca era una de las obras que más le habían ilusionado cuando era pequeña, llevaba un año y medio sin leer y sinceramente, lo echaba de menos. Ya no tenía tiempo para nada pero vivía por y para la lectura y ahora lo había dejado, su apoyo eran los libros, en ellos podía volar por otros mundos sin moverse de su casa. Conocía zonas que pensaba no pisar nunca como por ejemplo, España, pisó por primera vez ese país cuando le regalaron El Quijote. Fue un libro extenso, le costó leerlo pero no paró hasta terminarlo, había deborado cada instante y cada aventura de esos dos locos.
- Eh, Gin... -La voz de Lav sonó quebrada.
- ¿Qué te pasa? -Aprovechó ese momento para abrir la puerta de su casa, no calculaba el tiempo que llevaban de pie paradas enfrente de la gran puerta.
- ¿Piensas que papá volverá?
- Claro que sí, seguramente haya terminado su “trabajo” de una vez por todas y haya decidido tomar aire, llevaba años encerrado ya era hora.
- ¿Y si le ha pasado algo?
- Mira Lav, tengo segurísimo que a la única persona que le puede haber ocurrido algo es a la persona que esté cerca de papá. -Inconscientemente se había llevado la mano a la barbilla recordando el golpe de su padre.
- Bueno...
- Mira Lavinia, olvídate de papá. Ya volverá, es mayorcito, no nos ha cuidado en todos estos años y yo no le voy a cuidar ahora.
- Pero es nuestro padre...
- Y nosotras somos sus hijas ¿ha mostrado él algo de interés por nosotras? Lo dudo.
No se habló más, entraron en la casa Lavinia desapareció escaleras abajo Gin, en cambio, subió las escaleras y se encerró en su habitación se despojó de sus ropas y las tiró en el suelo, después tiró la carta encima de la mesa y se metió bajo las mantas de su cama. Era demasiado pronto para dormir pero no quería saber nada del mundo ni de nadie. Solo quería descansar y desconectar de todo, cerró los ojos, mañana sería otro día.
Tardó cinco minutos en quedarse dormida pero justo en el instante anterior a conseguirlo le vino la imagen de Jeff a la cabeza.