Francesco Munzi se sintió atraido sobre todo por la lucha entre familias, reflejada en la novela del mismo título, en la que no existe la individualidad. Es un maestro a la hora de recrear el ambiente, sumerge al espectador en la tensión que se vive en Africo consiguiendo hasta hacer al espectador el sonido del filo de una navaja. Para recrear la atmósfera del Aspromonte Munzi reflejo los ritos ancestrales e involucró al pueblo de Africo que lejos de ponerle problemas para rodar la película vivió la experiencia como algo suyo.
El cine italiano ha perdido el miedo y, cada vez con mayor lucidez y valentía, aparecen, como en Anime Nere, temas como el crimen organizado, versión calabresa, mostrado sin piedad. Adaptación de la obra de Gioacchino Criaco, del mismo título, Francesco Munzi no cae en el maniqueísmo habitual y narra brillantemente esta historia de almas negras, un drama en la que los más jovenes tratan de escapar de una tradición de violencia y venganza.