15 claves que quizás no conozcas sobre Fritz Lang

Publicado el 26 octubre 2012 por Fimin

26 de Octubre del 2012 | etiquetas: Cine clásico, Manel Carrasco Twittear

Madrid, una tienda de cómics a las 18:00h. Un niño se planta ante un póster de Metrópolis, señala al androide María y exclama: “Mira mamá, C3-PO”. Barcelona, parada de autobús, 8:00h. Peter Lorre ladea la cabeza, observa un garabato con la letra M en su hombro y pone cara de espanto; y todo ello desde la camiseta estampada de un chico adormilado. Tras el niño de Madrid y el joven de Barcelona se proyecta la misma sombra expresionista de un alemán alto y con monóculo, pero no es un vampiro ni es de Düsseldorf…

En las primeras décadas del siglo XX muchos cineastas europeos probaron suerte en Hollywood. George Cukor, Billy Wilder, Michael Curtiz, Gustav Molander o Ernst Lubitsch, la ristra de nombres ocuparía un artículo entero. Unos llegaron con ambiciones en la cabeza. Otros llevaban el aliento de los totalitarismos pegado a los talones, pero pocos tenían la historia de vida de Fritz Lang. Como en un relato de ficción, aderezado por el propio cineasta, Lang conoció el éxito y el fracaso, el amor y la tragedia, la libertad y la opresión. Y cuando desembarcó en los EEUU, cargado con semejante equipaje, su estilo maduro y sombrío estalló en un puñado de grandes títulos. Lang en Alemania y en América. Lang en la UFA y en la Metro. Y dos guerras mundiales, la república de Weimar, el nazismo, el Hollywood clásico, Jean-Luc Godard, la India…

1-Obertura: En la Viena austrohúngara nace Fritz Lang el 5 de diciembre de 1890, en el seno de una familia católica. Tras abandonar los estudios de diseño, a la edad de veinte años viaja por todo el mundo y se interesa por las bellas artes. Y entonces, en la cúspide de su juventud, estalla el conflicto. En 1915 Lang se enrola en el ejército austrohúngaro y combate en la Primera Guerra Mundial. Un año más tarde, cae gravemente herido y debe guardar cama en el hospital. Como tantos compañeros de generación queda tocado, físicamente y mentalmente. En esa época empieza a escribir guiones, y cuando lo mandan a casa por estrés entra a trabajar con Erich Pommer, y de allí a los mastodónticos estudios de la UFA primero, y la DeclaBioscop después. Fritz Lang entra en el mundo del cine.

2-Como la vida misma: Lang se especializa en personajes complejos, a menudo violentos y ambiguos. Y la verdad es que él mismo no era el colmo de la simpatía. Durante el rodaje de M. El vampiro de Düsseldorf (1931) tiró a Peter Lorre por las escaleras hasta doce veces (insisto, doce veces). Poco importa que le brindara uno de sus mejores papeles: el pobre Lorre acabó hasta el gorro de él, y se negó a volver a ponerse bajo sus órdenes. A lo largo de su carrera tuvo fama de déspota, lo que le causó más de un problema profesional. Puede que por ello nunca recibiera un Óscar, ni una miserable nominación. Lang acabó muy amargado por el rechazo que suscitaba, incapaz de entender por qué le tenían tanta ojeriza. Eso sí, cuando Giorgio Moroder estrenó su versión de Metrópolis (1927) con música de los 80 (y en especial de Queen), el clásico de Lang logró dos nominaciones a los Razzie a la peor música. Ni en la tumba lo dejaron en paz. Pobre Fritz…

3-La primera esposa: Fritz Lang se casó con Lisa Rosenthal en 1919 pero el matrimonio fue breve y trágico. En 1921, Rosenthal se suicidó de un disparo en el pecho, posiblemente porque encontró a su marido con las manos en la masa junto a Thea Von Harbou.

4-La segunda esposa: Thea Von Harbou era una de las guionistas más reputadas del cine alemán. De su mano surgieron los libretos de El doctor Mabuse (1922),Los nibelungos (1924), o Metrópolis (1927), que adaptaba su propia novela. Juntos formaron una de las asociaciones sentimentales y artísticas más importantes de la época, el problema es que Von Harbou se convirtió en una ferviente partidaria de los nazis, y Lang… más bien todo lo contrario. Tras la Segunda Guerra Mundial (y el divorcio) Von Harbou fue encerrada y condenada al ostracismo. Nunca recuperó su esplendor profesional. Eso sí, cuando regresó a Alemania Lang rodó El tigre de Esnapur (1959) y La tumba india (1959) según sendas novelas de su exesposa. Pero ella no llegó a verlo:en 1954se organizó en Berlín un pase de Las tres luces (1921) en su honor. Cuando salía del cine, Thea Von Harbou tropezó y cayó con tan mala pata que se abrió la cabeza y murió de las heridas. Perdonad la frivolidad, pero hay gente con gafe.

5-La inflación de los nibelungos: Si a alguien benefició (es un decir) la delicada situación de Alemania fue a Fritz Lang. La inflación galopante de posguerra abarató los rodajes para aquellos que contaban con capital suficiente como el de la DeclaBioscop.El rodaje fue legendario. El conjunto de escenarios que vemos en la película, los bosques, castillos y desiertos, fueron rodados en un estudio. Los planos más generales, las escenas de batalla… todo. Uno piensa en Griffith y su Intolerancia (1916), y en la mentalidad indómita de unos cineastas que si tenían que construir un mundo entero de colosal mitología germánica, lo construían y punto.

6-Un fan llamado Hitler: A lo largo de los “felices veinte”, la carrera de Lang se ganó un seguidor tan incondicional como indeseado. ¿Cuánta gente puede decir que tiene de groupie a un tipo que arrastraría al mundo a una vorágine de sangre, destrucción y muerte? Fritz Lang podía, aunque dudo mucho que se sintiera orgulloso de ello. Metrópolis era el film de cabecera de Adolf Hitler, y por extensión de sus acólitos más cercanos. Los nazis adoraban su cine… y lo censuraban sistemáticamente.

7-El corte de mangas: En 1931 Fritz Lang estrena M. el vampiro de Düsseldorf, y los nazis la censuran. Dos años más tarde, acaba El testamento del doctor Mabuse (1933), y de nuevo se la prohíben. El clima en Alemania está cada vez más enrarecido, y el cine no se escapa de lo que va a venir. Un día, el ministro de propaganda Joseph Goebbels lo convoca para una reunión, y Lang se inquieta como sólo lo puede hacer quien que se sabe en el punto de mira del régimen. Pero Goebbels no lo quiere mandar a un campo de concentración, como hará en Theresienstadt con tantos compañeros, sino darle la dirección de los estudios de la UFA. Lang no se lo puede creer. “Pero si me has censurado películas”- podría haber dicho. Nada, pelillos a la mar. “Pero si mi madre era judía, aunque convertida al catolicismo”. Y aquí sí sabemos lo que le contestó Goebbels: “Nosotros decidimos quién es judío y quién no”. Lang pidió un poco de tiempo para pensárselo. Y vaya si se lo pensó, el tiempo justo para coger un avión y salir pitando a París. Atrás dejó su carrera, un futuro prometedor en la UFA, sus amigos y familia, y a su señora esposa.

8-La tercera esposa: Thea Von Harbou se divorció de Fritz Lang argumentando que éste tenía un affaire sentimental con Lily Latte, su asistenta personal. Claro que posiblemente el feo del director al régimen nazi y su exilio tuvieron algo que ver, pero no es menos cierto que Lang mantenía una relación muy estrecha con Latte. Fueron amigos toda la vida, y ella se convirtió en su principal apoyo moral. Sin embargo, no se casaron hasta 1971, cinco años antes de la muerte del cineasta.

9-Sigfrido el nazi: No podía ser de otra manera. Los nazis vieron la película y decidieron que era un relato de exaltación de los ideales germánicos. Cierto es que Thea Von Harbou cojeaba de su mismo pie, pero para ajustar el relato de Los Nibelungos a su interpretación tuvieron que cortar, pegar y borrar, o sea que el discurso quizá no les era tan afín. Concretamente, en 1933 se estrenó una versión sonorizada y comentada de La muerte de Sigfrido (1924), pero la segunda parte (menos complaciente) se guardó en un cajón. Fritz Lang ya estaba en París por aquella época, pero es de imaginar que la iniciativa no le hizo ni puñetera gracia.

10-Señas de identidad: En todas y cada una de las películas de Fritz Lang aparece su mano en cuadro. ¿Alguien se anima a buscarla? Es una de sus mayores señas de identidad. La otra, inconfundible, es su monóculo, que lucía como seña de identidad desde los tiempos de Vienaaunque no lo necesitaba. Con los años, la vista le trajo serios problemas, y en ocasiones el monóculo fue sustituido por un parche, como John Ford o Nicholas Ray. Murió casi ciego.

11-La casa por la ventana: Metrópolis costó cinco millones de marcos de la época (unos 200 millones de euros). Trabajaron en ella más de 37.000 extras y tardó dos años en ser completada. Fue un desastre, mayúsculo, sin paliativos. La productora UFA se fue al garete, y tuvo que sudar para remontar el vuelo. Y estamos hablando de una empresa que podía competir con las grandes majorsde Hollywood. Eso sí, la popularidad de Metrópolis llegó hasta Jerry Siegel y JoeShuster, que cuando crearon a Superman decidieron que su ciudad de residencia tuviera el mismo nombre.

12-Tres, dos, uno, ¡cero!: La mujer en la Luna (1929) tiene la primera cuenta atrás por despegue de la historia. La primera en una película y la primera en la vida real. Lang lo tenía muy claro: “Cuando rodaba el despegue del cohete me dije: si cuento uno, dos, tres, cuatro, diez, cincuenta, cien… el público no sabe cuándo va a ser el despegue. Pero si cuento al revés diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos uno… entonces está muy claro”. Por cierto, los nazis censuraron también esta película: el físico HermannOberth había participado en el diseño del cohete, y su parecido con los V-2 del ejército era más de lo que podían tolerar.

13-El metraje perdido: Como tantos títulos del cine mudo, Metrópolis había pasado a la historia incompleta. Un cuarto de la película se creía perdido para siempre, hasta que en 2008 se encontró una copia en 16 milímetros en Argentina. No fue la única. Ese mismo año apareció otra en 9,5 milímetros en la Universidad de Chile. Alguien (bendito sea) escondió la copia para evitar su destrucción durante el golpe de estado de Pinochet. Ha costado, pero hoy en día se puede decir que la obra maestra de Langestá, por fin, completa.

14-Maldito Cinemascope: “(El invento del Cinemascope) solo es bueno para funerales y serpientes”. Lang no era ningún amante del progreso técnico, precisamente. Tras rodar en Cinemascope Los contrabandistas de Moonfleet(1955) decidió que no repetiría con el invento. Su diagnóstico del cine moderno estaba muy claro: “Hubo un tiempo en el que todo lo que buscaba era una buena historia, pero hoy en día todo tiene que verse con la talla del Monte Rushmore, con los actores en primer plano como si estuvieran allí”.

15-Créditos: La muerte le sobrevino el 2 de agosto de 1976, en Los Ángeles. En aquella época estaba pensando en hacer una película sobre los hippies. Era incansable, genio y figura a lo largo de medio siglo de trabajo.Un cineasta cuyos ecos van desde Hitchcock a Peter Jackson, pasando por Clint Eastwood y Steven Spielberg. Entre la épica exaltación medieval y la mejor simiente de la ciencia ficción. A medio camino entre la sofisticación del malo de folletín y el diseño arquitectónico de una mente torturada. El terreno que cultivó era fértil y no deja de producir nuevas cosechas ni 90 años después de sus primeras películas. Ni en Hollywood, ni en Europa, ni a escala mundial: el cine no sería el mismo sin Fritz Lang.