15 días en Irlanda e Irlanda del Norte. Día 11: el Anillo de Kerry, Isla Valentia y Anillo de Skellig

Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy
El día 11 de nuestro viaje por Irlanda, nos quedamos dormidos. A pesar de habernos retirado pronto, la paliza climatológica del día anterior nos pasa factura y nos levantamos a las 8:30. 
Como no tenemos que hacer maletas ni nada, porque todavía nos queda una noche en Killarney, no tardamos demasiado en espabilar, en una hora estamos fuera. Desayunamos en la habitación, que tenemos un bizcocho estupendo y nos disponemos a salir para recorrer el Anillo de Kerry.

Lo hacemos en dirección sur y, para continuar con nuestra suerte, está lloviendo. 
Las indicaciones para coger el Anillo de Kerry están perfectamente señalizadas y, cuando hay una salida para algún mirador, también aparece algún cartel, aunque no todos son fiables.
Cuando comenzamos a recorrer el Anillo de Kerry sentimos una ligera decepción. La carretera es bastante buena pero los paisajes no son algo que se diferencie de otros tantos que ya habíamos visto. Dingle, en ese sentido, nos parecía más auténtico al principio.
Cuando no llevamos demasiado tiempo, vemos un desvío hacia un lago, lo cogemos, con la intención de hacer nuestra primera parada. El lago nunca apareció en nuestra vida, lo hicimos por un lado, luego siguiendo la indicación por el otro, llegamos a un camino, de nuevo nos mandaba en dirección opuesta. Dimos vueltas y vueltas para encontrar el lago, del que ni recordamos el nombre para no sufrir (vale, lo recordamos, el lago Caragh) y al final tuvimos que abandonarlo. Dimos vueltas por carreteras que cada vez se estrechaban más. Todo empezó por aquel desvío que ponía que a 4 km estaba el lago y, a 4 km llegamos a un cruce en el que ya no había rastro de ninguna otra indicación a lago alguno y debimos hacer 20 kilómetros entre idas y venidas.
De vuelta al Anillo de Kerry continuamos observando sus paisajes. La siguiente parada la hacemos aprovechando que aparece en un lateral de la carretera un lugar para estacionar. Esa es una parada perturbadora. La hacemos para sacar una foto del paisaje, ya que debido a los últimos días de lluvia nuestras fotos eran bastante mejorables. 
Nada más abrir la puerta, una ráfaga de viento nos da los buenos días y el frío se apoderó de mí, por lo visto, seguía sin estar demasiado bien de salud. Mientras me abrocho pensando en que me esperaba un día complicado y el que no escribe apunta con su cámara al infinito, frente a mí, me encuentro un burro con un perro encima y una cabra al lado. Pestañeo dos o tres veces para procesar la imagen. Al lado hay un hombre que parece vender algo, no sé el qué, se lo digo al que no escribe, y los dos nos quedamos absortos en la imagen de los tres animalitos. Continuamos el viaje…

Vemos que de nuevo nos señalan un desvío del anillo para ver una playa y un fuerte. Llegamos al final del camino ¿Qué pasa con las señales en este país? No hay playa y no hay fuerte. El inicio del Anillo de Kerry está siendo surrealista.

Continuamos, siguiente parada la playa de Rossbeigh. A ver, la lluvia en Rossbeigh alcanza una dimensión superior. Creíamos haberlo visto todo en cuanto a lluvia en los últimos días, pero en Rossberg salimos del coche, nos ponemos debajo del tejadillo de unos baños y miramos al infinito, donde la niebla se confunde con la lluvia, y con el viento y parece que está llegando el fin del mundo.

Para romper el ánimo que, puede venirse un poco abajo porque no somos de piedra, el que no escribe me graba un video saltando y cantando bajo la lluvia. Porque… ¡si no puedes con ella, únete a ella! El precio de hacer esa chorrada es que nos sentamos en el coche totalmente calados y no volvemos a recuperar la ropa seca hasta la vuelta al hotel. Y la tapicería hasta el día siguiente.

Encontramos un desvío que pone que lleva al Anillo de las Skelligs. Lo cogemos, a escasos kilómetros nos lleva al muelle donde atraca el ferry que lleva a la Isla Valentia.

Y aquí hacemos una parada en nuestra experiencia para explicar un poco el tema. El Anillo de Kerry es circular, dentro de él mismo existen unos desvíos que te permiten hacer unas subrutas en coche dentro del propio anillo. Y ahí, encontramos la Isla Valentia y el Anillo de las Skellig (Skellig’s Ring). Para nosotros, los más bonito del Anillo de Kerry y que serían imprescindibles, tanto Skellig como Valentia.

Continuamos, en el muelle al que llegamos se puede coger un ferry con tu coche, que en cuestión de minutos te deja en la Isla Valentia. Pero a la Isla también se puede llegar siguiendo la carretera del anillo atravesando un puente. Nosotros decidimos hacerlo por el puente, así que desde el muelle, damos media vuelta y continuamos por la carretera.

A escasos kilómetros, entramos en el Anillos de las Skellig y, seguidamente en la isla Valentia, que decidimos recorrerla en dirección sur. Está todo perfectamente señalizado, aquí sí, así que lo que aquí pueda sonar confuso, en directo veréis las señales.

La lluvia nos va dando cierta tregua, el viento no. Vamos haciendo paradas al azar. En una de ellas, el que no escribe ve una estampa preciosa en la carretera y yo un conjunto de vacas que llaman mi atención ¡Qué bonito! Dejad que las vacas se acerquen a mi… Fueron viniendo una a una, con sus terneras, con su macho, muy macho, y con cara de pocos amigos. No sabía de mis aptitudes pastoriles con el ganado vacuno. 

Acabamos de recorrer la Isla Valentia para volver a incorporarnos al Anillo de las Skelligs. En nuestra ruta nos encontramos con la posibilidad de ver los Acantilados de Kerry (Cliffs of Kerry).
Para acceder a ellos parece que estas pasando al aparcamiento de un bar-restaurante. El precio por persona son cuatro euros. Dudamos en el lugar de pago si pasar o no, porque nos advierten que la zona derecha de los acantilados está cortada y no se permite el paso por la peligrosidad, debido a los fuertes vientos que hay. Al final decidimos verlos, aunque solo podamos acceder a una parte del recorrido.

Vamos andando y sopla el viento, pero según nos acercamos a las vallas de madera ese viento es impresionante. Cuesta caminar, cuesta sujetar la cámara, te da unos empujones que te mueve. El que no escribe intenta hacer alguna foto, yo directamente desisto y miro los acantilados desde la posición de cuclillas a través de las tablas de madera. Muy ridículo, lo sé.

La verdad es que lo que podemos ver de los acantilados es realmente bonito. Las fotos no les hacen justicia, porque además no nos podíamos acercar mucho al borde. El que no escribe y yo, nos agarramos el uno al otro para intentar ofrecer mayor resistencia al empuje del viento pero, aun cogidos ambos, nos empuja unidos (se nos quedó una cara... con el saltito que nos hizo dar totalmente coreografiados).

Desde estos acantilados se puede ver el islote de Skellig Michael (si no hay niebla, claro). Un lugar que nosotros nos planteábamos haber visitado si el tiempo hubiera acompañado. Os aconsejamos que le echéis un ojo a esa excursión. Es un islote declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Nos alejamos de los acantilados dirección al coche, pero antes aprovechamos para tomarnos algo en el mismo bar que hay allí mismo y, así, poder continuar con nuestro itinerario. 

Es un pequeño Café, en la entrada a los acantilados pero sin vistas a ellos. Nos tomamos un sándwich de jamón y queso y un café, en un local con unas bonitas vistas.

La carretera en la que está este lugar, y por el que continúa el Anillo de las Skellig, es precioso. Lástima que la niebla está yendo y viniendo. La carretera es estrecha y parece perderse en el horizonte. Al final de la misma, en lo alto, hay un bonito mirador, donde Mr. Eolo sigue soplando como si no hubiera mañana.

Encontramos otro mirador y hacemos posteriormente una parada en la playa de Ballinskelligs, donde están las ruinas de un castillo que se cree que fue construido con la intención de cobrar unos aranceles y proteger la de los piratas.

Nos damos un paseo que resulta agradable, lo primero porque no llueve, y segundo porque el viento huracanado durante un ratillo se convierte en brisa.

La siguiente parada es en Waterville. El pueblo que es conocido popularmente por ser el elegido por Charles Chaplin para veranear. Hacemos una parada simbólica al lado del paseo marítimo, pero no llegamos a perdernos por sus calles.

Ya en el Anillo de Kerry, de nuevo, continuamos un rato sin hacer muchas más paradas por no tener un lugar habilitado para ello. Aún así, en un par de ocasiones más, sacamos fuerzas para subir y bajar. En una de ellas, la puerta del coche del lado del que no escribe parece que la quiere arrancar el viento. Y en la otra ocasión todos los papeles que llevaba yo en el bolsillo salen volando por la Irlanda costera, y me resulta imposible poder ponerme ni la chaqueta porque el viento se la quiere llevar.

El tiempo pasa y aun nos quedan un par de puntos a los que queremos llegar. Nos vamos acercando al Lady’s View. Es un mirador que hay en la zona que ofrece unas vistas bastante bonitas. Aunque nosotros casi las encontramos más espectaculares las que encontramos unos metros antes de éste.

Cuando estamos acercándonos al Lady's View, el sol parece que quiere asomar después de haber estado en busca y captura por nuestra parte en los últimos días. De golpe todo parece mucho más bonito y brillante. Vemos en la carretera (sin saber que estábamos ya cerca del Lady View) un punto no habilitado para aparcar, pero que nos permite dejar el coche e intentar retroceder para acceder a un pequeño lago que habíamos visto desde la carretera.

Desde este punto las vistas son preciosas. Hacemos unas cuantas fotos y nos vamos pegados por la carretera andando a ver si podemos acceder a la orilla del pequeño lago (Looscaunagh).

Nos metemos por una valla, por el campo, sin saber muy bien donde estamos, y conseguimos una foto de lago y sol. Creo que vamos a llorar de la alegría…

Desde allí, volvemos al coche, arrancamos y, en menos de dos kilómetros, está el mirador Lady’s View. El sol fue fugaz y ya no nos acompaña. Hacemos unas fotitos para nosotros, otras a una pareja de españoles que nos piden que les saquemos alguna y continuamos nuestro recorrido.

Siguiente parada y última en el Anillo de Kerry, la Cascada de Torc, a unos doce kilómetros del mirador. Desde el aparcamiento apenas habrá unos 200 metros hasta la cascada. Está perfectamente acondicionado, y el paraje sombrío y húmedo es bastante atractivo. Apenas entraba luz.

Las abundantes lluvias hacen que la Cascada de Torc caiga con mucho caudal y fuerza. Hay un sendero que lleva a lo alto de la montaña de la que la cascada ha heredado el nombre. Para nosotros ya es bastante tarde y no hay demasiada luz, así que nos quedamos en la parte baja de la misma durante un rato y sacamos unas cuantas fotos más a compatriotas que encontramos en el lugar.

El Anillo de Kerry se acaba. Un recorrido con bastantes paradas. Nosotros no habíamos salido muy pronto, pero nos ha llevado todo el día tomando los desvíos de Valentia y Skellig, y eso que hemos tenido un tiempo que tampoco te permitía pararte mucho tiempo en los diferentes paisajes. Ha merecido la pena, principalmente, por los paisajes que nos han acompañado en los dos desvíos que tiene el recorrido.

Desde la cascada a Killarney apenas hay ocho kilómetros. En total recorrimos aquel día unos 250 kilómetros. Para los que no hayan visto el Castillo de Ross anteriormente, si no quieren entrar en su interior, sería la última parada del anillo después de las cascadas, nosotros, como estuvimos el día anterior, no paramos.

Cuando llegamos a Killarney casi son las 20:00 horas. No tenemos mucho tiempo si queremos asegurarnos la cena. Así que pasamos por el hotel para quitarnos la ropa de montaña mojada que nos ha acompañado todo el día y nos vamos al centro a cenar.
Cenamos en el restaurante Dyne. Un local bastante agradable con decoración tipo industrial. Y calentito. El que no escribe pide un plato variado de marisco (mejillones con salsa de tomate y chorizo, vieras con salsa de maíz y un pescado que no llegamos a identificar). yo opto por una ensalada grande de remolacha, manzana, nueces, queso... Además, tarta de chocolate para compartir. Todo 35€. La comida estaba muy bien, el postre normalito.

Después de la cena, una pinta de Guinness para el que no escribe y una media para mi en el hotel Killarney Grand, que tiene música en directo. El local estaba llenísimo de gente. Al  principio pensamos que se trataba de alguna boda porque la gente iba muy emperifollada pero vimos atuendos similares también por la calle. Resulta que era el Lady's Day donde podías observar modelos realmente imposible.

Nos dicen que entremos por la puerta trasera. Había dos escenarios, en uno de ellos nos encontramos a un “entregado” en calzoncillos dándolo todo. En el otro escenario un grupo tocando música tradicional en directo y la gente bailando alrededor. Muy buen ambiente, lástima de que al lado se nos colocó, entre la multitud, alguien a quien no le debía haber caído muy bien la cena y nos iba dejando un aura intenso a nuestro alrededor. Tú, sí tú, sabemos quién eres. A pesar de este elemento, lo pasamos genial en el local.
Al día siguiente, cambio de alojamiento y nuevos lugares por descubrir…
¿Tienes planes hoy?

Ubicación en Google Maps