El libro se publicó en 2008, y yo me he pasado toda la mañana riéndome con él. “15 temas que cabrean a los francmasones” (Les 15 sujets qui fâchent les francs-maçons), obra de Bruno Étienne y Jean Solis, vierte ácido sobre el óxido de una herramienta, la masónica, que necesita de cierta limpieza y puesta a punto -¿refundación?-, hoy como ayer.
Los quince asuntos que mosquean a los masones son:
1.- ¿Para qué sirve la masonería?
2.- ¿Son intocables los textos fundadores?
3.- Naturaleza profunda de la francmasonería.
4.- El GADU.
5.- Biblia y textos sagrados.
6.- ¿Iniciar a quién y cómo?
7.- Existencia e inmortalidad del alma…
8.- ¿Son inmutables los rituales?
9.- Iniciación, administración, democracia…
10.- Relaciones de la francmasonería con las instituciones y la sociedad.
11.- ¿Debe la francmasonería sustituir a las sectas o a las religiones?
12.- Numinoso, esotérico, oculto.
13.- Equilibrio entre la circulación de la palabra y el ritual.
14.- Mujeres en francmasonería.
15.- Caridad, solidaridad, fraternidad.
En el prólogo, Jean Solis está, ciertamente, sembrado:
“La francmasonería, institución ya vieja, sociedad a pesar de todo honorable, va a sufrir los ataques apocalípticos del tiempo. Hoy, el Hombre no cree como antes, no espera ya como antiguamente, no sueña como hace mucho tiempo soñaba.
La sociedad europeo-occidental-judeocristiana-mundializada va a vivir más o menos bien las notables consecuencias de la entropía de sus propias instituciones. No hace falta decir que, de todas formas, el orden material está hecho para morir y regenerarse.
La francmasonería, que calca sus modos de gobierno sea del modelo políticoprofano y biodegradable común, o del modelo dictatorial inspirado en unos textos fundacionales mal interpretados, raramente piensa en su construcción con libertad y perspectiva. Va a conocer, también ella, algunas pruebas.
[…]
Por amor a la masonería, por amistad y respeto a los hermanos y hermanas que, numerosos, se hacen duras preguntas sobre el futuro de “su” hermosa casa, vamos a tener, Bruno y yo mismo, una charla con un buen editor.
Sin enfadarnos. Dejemos esto a ridículos convents y a entresijos de pomposas asambleas”.
¡Ha dicho!