-Mira, tengo una cereza en el brazo. Dijo el niño.
-¿Qué dices? Las cerezas son frutas. Contestó la niña mayor.
-Mamá dice que esta manchita se parece a una cereza, y que cuando estaba embarazada de mí, no paraba de comer cerezas. Por eso tengo esta manchita. Venga, repásame la forma.
-¡Niño! Eso es una bobada. Tu madre no sabe lo que dice.
-Pues a mí me gusta la historia de tu madre. La mía comía fresas, y por eso me pongo colorado cuando hago ejercicio. Intercaló el mejor amigo de ambos.
-Pamplinas, las manchas aparecen porque si, y punto. No hay historias ocultas detrás. Concluyó la niña.
-¿Tú no tienes ninguna mancha con forma curiosa? Preguntaron al unísono los dos niños.
-No. Contestó con pena la niña.
-Vamos a dibujarte una cada uno, y nos inventamos una historia bonita para que también puedas contarla y divertirte. Sentenciaron los niños.
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