Una noche se decidió salir de excursión a la superficie con su familia. Kurz, su mujer y los diez topitos se sorprendieron con la luz de la luna, era tan brillante que parecía que fuera de día. Uno de los topos propuso jugar al veo-veo. ¡Tremenda paradoja!
Tras la cancioncilla, todos comenzaron a proponer palabras: flor, agua, oruga, búho… Pero nadie lo adivinaba. El objeto en cuestión era una cometa rota que había sido abandonada por un niño. ¡Ay, topo!
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