Recibió un correo mientras estaba en la peluquería: “A las dos, salimos a comer”.
¿Salir? Si voy a tener que ir con paraguas, que está la nube echada sobre la isla, pensó.
A las dos, metió a las niñas en el coche, se sentó en el asiento del copiloto y preguntó adónde iban.
-Lo pasarás bien, fue su respuesta.
Durante un rato, sólo se escuchó la música en la radio, y el juego de colores de coches que habían establecido la madre y la hija mayor.
Al llegar, estaban los amigos reunidos, los hijos de todos ellos también. Y pasaron una tarde fabulosa. Comieron, corrieron, jugaron y parlotearon, bebieron café y repitieron. A la hora de irse, preguntó una duda que tenía: “¿esas orquídeas están plantadas en tierra?”. “Sí aquí crecen muy bien. Las de ese balcón son famosas. Vienen de todas partes a verlas, y adornan el balcón expresamente.
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