A los alegres muchachos del 15M y del 20N
Si no supiera que todavía no es eso, pensaría que el alzheimer ha terminado conmigo su canallesca laborDe pronto, me salen por todas partes, como si estuvieran brotando espontáneamente, de la puñetera tierra, una serie de posturas políticas que sólo se caracterizan por su durísimo ataque a todo lo que huela a izquierda, no ya a esa izquierda pura y dura, radical que es el marxismo sino incluso a esa desnaturalizada pseudo izquierda que es el jodido psoe.Comienzo a estar cansado de tanto escribirlo, en esto de la política como en la religión y en el arte, en todo lo que de verdad merece la pena que el hombre gaste, invierta, emplee lo mejor de su vida, lo mejor de su sangre, lo mejor de su fuerza, puede afirmarse con rotundidad que el que no está con nosotros, está contra nosotros, y sé perfectamente que la frase, así, no es literal.Porque la vida, como decía aquel poeta homosexual y genial que se llamaba Gil de Biedma y que, qué contraste, era primo carnal de la Esperanza Aguirre, va en serio, no se trata de ningún juego, en el que sólo esté en la liza el triunfo deportivo o literario sino que nos estamos jugando la carne, la sangre, el sudor y la muerte. Y el porvenir de nuestros hijos, claro, y el de los hijos de ellos también.Y a mí, por lo menos, no me valen pamplinas ni contemplaciones, no tolero que nadie me diga “es que ahora estoy velando realmente mis armas para cuando llegue el momento, o enseñando a los que no saben lo que nos jugamos con estas elecciones" que acabamos de perder y cuyo resultado representa millones y millones de niños, ancianos y mujeres hambrientos, millones de personas que van a perder sus humildes viviendas después de haberlas pagado varias veces, hay mucha sangre y mucha carne machacada, hay mucho llanto inconsolable de millones de seres detrás de esas banderas con las gaviotas rampantes, todavía muchas más aún de la que sufrieron en sus paupérrimas carnes el ataque insuperablemente feroz de aquellas aguilas franquistas.Yo pasé 20 años de un hambre inacabable, viví toda mi juventud sin saber cómo era una de aquellas monedas con la efigie de Franco, creí que iba a morirme sin saber qué sabor tenía la carne o un par de huevos fritos, dormía entre las cabras de mi abuelo, un pastor, apartándolas a ellas cuando tenía que hacer de vientre, o sea que sé muy bien lo que sienten ésos a los que desahucian.Y no estoy conforme con que nadie venga ahora a hablarme de hábiles estrategias para ganar próximas elecciones porque sé que esos 4 años son toda una vida, una insoportable eternidad para el que sufre hambre y miseria, para el que no tiene ahora mismo donde caerse muerto, cerca de 20 millones aquí, en España, miles de millones, en todo el mundo, y por la misma razón.Y menos aún estoy dispuesto a perdonarle a nadie que haya ahorrado su voto o lo haya empleado en castigar a los que realmente se enfrentaban a esa ultraderecha que nos va a machacar a todos.Cuando se trata de la carne, de la sangre, del hambre y la miseria de los seres humanos, no hay, yo no admito, ninguna clase de contemplaciones, hay que luchar a muerte contra los que realmente son nuestros enemigos, así que no tolero que nadie adopte la actitud de las quintas columnas o de los caballos de Troya; el 20 de noviembre había que darlo todo o pegarse un tiro por la vergüenza que suponía, al día siguiente, mirarse en el espejo.De modo que a todos esos que fueron a votar a los que llevan siglos y siglos esclavizándonos, a todos esos que no han aprendido la lección de la muerte, yo quiero decirles que están sucios de mierda y que yo, mientras viva, aunque me quede poco, les escupiré, cada día, en su asquerosa cara.Ojalá sufran ellos, algún día, parte de lo que yo he sufrido, para que vayan siempre a votar contra los que han demostrado tantas veces ser unos asesinos.