Con qué artero oficio la fatalidad escribe su epitafio en la sangre.
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La fe es la imaginación de la ciencia.
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En el vuelo el pájaro se desdice. Así tantea la tierra, así se precave de acrobacias temerarias. Tal que el hombre, que es un pájaro inverso.
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La vida es no contar con entenderla.
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Nada es más hermoso que el anhelo de la belleza.
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La bondad es la sintaxis del alma pura.
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Quien acude cuando se le llama a veces se aleja nada más llegar.
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Los sueños son la vida que viven los demás. La nuestra protagoniza los suyos.
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Se ama de verdad cuando no se tiene ninguna esperanza de que amar perdure.
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Cuanto más me conozco, más me desdigo. En un extremo, el silencio es la expresión más exacta de lo mío. Uno construye así lo que no es y tutela lo ya sido.
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Dice mi ausencia de mí lo que los demás ni imaginan.
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Qué dulce el veneno de la ignorancia, cómo nos acaricia, con qué secreto pudor nos agasaja y conduce.
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Viajar es desentenderse de uno mismo.
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No hay mapa que observe la elocuencia de la luz o brújula que dispense de la alegría de perdernos.
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Lo evidente es a veces lo más oscuro. Lo entenebrecido se entiende sin esfuerzo. La prolijidad de lo real.
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Dijo no haber leído jamás un poema, pero un enjambre de metáforas le ocupó la boca y las palabras le urgieron a registrar el milagro.
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Lo insólito hecho cosa cotidiana. Lo rutinario vestido con lo extraordinario.