Tras pensarlo y sufrirlo en mis propias carnes, caí en la conclusión de que, en demasiadas ocasiones, nuestras frustraciones e infelicidad se debe a que dependemos sobremanera de los resultados que logremos.
Nuestras frustraciones e infelicidad se debe a que dependemos de los resultados que logremos.Durante mucho tiempo no conseguí los resultados que me había marcado para mi emprendimiento y hubo momentos en los que estuve a punto de tirar la toalla, de dejar de lado todo por lo que había luchado y dejarme llevar por la corriente.
Fue entonces cuando me detuve a analizar y me di cuenta de que, aunque no había conseguido lo que me había propuesto en un principio, había logrado otras muchas cosas, que aunque no formaban parte de mi plan inicial, eran motivo de celebración y me indicaban que iba por el buen camino.
Muchos de los mensajes que recibo a diario son los que me motivan a seguir adelante, y con estos mensajes no contaba. No sabía que la gratitud de aquellas personas a las que me dirijo me iba a reconfortar tanto.
Así que decidí seguir. Ya que es cierto que siempre he pensado que, aunque sólo ayudara a una persona, merece la pena continuar con este emprendimiento que me apasiona.
Y en el momento en el que dejé de pensar en los resultados, en los objetivos finales, fue cuando comencé a lograrlos.
Puede parecer una contradicción, pero así ha sido.
Por ello, es importante que te marques objetivos, que tengas sueños que llevar a cabo y los tengas por escrito, es decir, es necesario que tengas una brújula que te indique por donde tienes que ir para lograr lo que deseas. Pero esto no significa que te obsesiones, como lo hice yo misma, con conseguir los objetivos en los plazos marcados.
De hecho en mis sesiones de coaching y mentoring siempre trazamos un plan de acción, pero no somos demasiado estrictos con los plazos, ya que hay que contar con que en la vida a veces hay imprevistos y puede ser que estos imprevistos cambien durante un tiempo tus prioridades.
Uno de los motivos que con más frecuencia me encuentro en personas que abandonaron lo que deseaban es que tardaban más de lo previsto en conseguirlo.
Pero, tras este motivo, hay otro más importante y es que no estaban persiguiendo algo que realmente les apasionaba, no estaban en su elemento.
Ahora bien, ¿Cómo puedes saber si lo que estás buscando forma parte de tu elemento? Estás en tu elemento cuando:
- Estás deseando que llegue el momento de hacer algo relacionado con ello.
- No te da pereza.
- Sientes que eres tú mismo.
- Estás dispuesto a mejorar y crecerte cada día en ese aspecto.
- Tienes un “gusanillo” de felicidad en el estómago.
- Aunque estés cansado por tus responsabilidades diarias no lo dejas de lado, ya que es algo que da sentido a tu día a día.
Cuando te sientas de esta manera sigue persiguiendo tus sueños, ya que, aunque tardes un poco más de lo que habías pensado en lograr lo que deseas, terminarás consiguiéndolo. Y de esta manera encontrarás tu verdadera felicidad.
Así que sea lo que sea lo que estás haciendo, detente a pensar en sí estás en tu elemento y si es así, sigue adelante disfrutando del camino.
Si por el contrario no te sientes de esta manera, quizá sea el momento de que te replantees lo que deseas en realidad.
Sea como sea deseo que consigas encontrar aquello que te haga de veras feliz, ya que una vida monótona en la que sigues la corriente de tu entorno o de la sociedad, no tiene nada que ver con una vida en la que estás en el camino hacia tus sueños.
Ahora es tu turno:
¿Has descubierto ya tu elemento?
¿Crees que merece la pena luchar por tus verdaderos sueños?
¡Te leo en los comentarios!