187. Humor, crítica, política y represión

Por Juan José Tarrés Sanjurjo @africaencolores
La violencia sin sentido siempre es repulsiva, pero cuando esta tiene “valor añadido” puede llegar a ser todavía más aberrante. Nadie merece ir por la calle y que unos desconocidos te aborden, te den una paliza y te amenacen con futuros ataques.

Pero si encima te intentan romper las manos y eres un dibujante crítico con el regime dictatorial imperante, el crimen clama al cielo. Ali Ferzat se recupera de la paliza y torturas recibidas el pasado 25 de agosto por unos desconocidos, presumiblemente partidarios del régimen sirio de Bachar El Asad que le amenazaron que en su próximo ataque le destrozarían las manos incapacitándole para volver a dibujar. Ferzat caricaturista de reconocido prestigio internacional ha publicado en varios periódicos, entre ellos Le Monde o el kuwaiti Al-Watan. En 1989 fue amenazado de muerte por Saddam Hussein y se prohibió su entrada en Irak o Libia.

Al parecer la viñeta que ha desatado la ira del dictador sirio (o de sus partidarios) es una en la que El Asad intenta hacer autostop a un coche conducido por Gadaffi que huye a toda pastilla.

El humor es muchas veces más hiriente o incisivo que el artículo o la opinión más crítica. Sin una sola palabra se pueden decir muchas cosas. No es, ni será, el último artista agredido por sus ideas políticas (sin ir más lejos, Ai WeiWei).

Menos mediático, pero mucho más dramático ha sido el asesinato de Ibrahim al Quashoush el pasado 27 de julio. El cantautor de la canción “It is time to leave” dedicada a El Asad fue hallado muerto en un río con la garganta segada. Los criminales se piensan que cortando cuellos o rompiendo manos se silencian las ideas, pero eso es tanto como pensar que cerrando los ojos los problemas desaparecen… hasta que se vuelven a abrir.