RESPONSABILIDAD
“Los niños de las sociedades avanzadas son víctimas de una superprotección paterna y materna. Digo víctimas porque esa protección excesiva sin duda acaba perjudicándoles. La intención es buena:queremos lo mejor para nuestros hijos y entendemos que querer lo mejor es facilitarles las cosas al máximo, evitarles traumas y malos ratos, impedir que sufran y lo pasen mal. Entre los sufrimientos habituales está el de tener que responder de lo que uno hace si no ha hecho lo que se esperaba que hiciera. Pero esa responsabilidad cada vez es más complicada: porque hay menos normas, somos más flexibles, más permisivos, más tolerantes, estamos más desorientados y los cambios nos desconciertan. ¿Cómo podrá aprender un niño a responder de sus actos si no hay normas o las que hay nunca son precisas? Los castigos y los premios de épocas que ya hemos dejado atrás fueron nefastos, también lo fue la disciplina y la rigidez de las reglas que tuvimos que aprender y seguir. La idea de pecado con todos sus grados de gravedad creaba terribles angustias y un sentimiento de culpa insoportable y, además, ridículo. Una se sentía culpable de ir sin mangas o escotada, de llevar pantalones o de bailar. Pero hay una pregunta interesante que conviene hacerse: Desaparecida la noción de pecado se ha evaporado al mismo tiempo la idea de culpabilidad. ¿Es bueno que el sentimiento de culpa haya desaparecido? ¿No es inevitable para que haya educación en la responsabilidad que exista el sentimiento de culpa? No nos gusta hablar de culpa preferimos hablar de responsabilidad. Pero observamos que al desaparecer aquélla. ésta también se esfuma. Y es que la culpa y la responsabilidad son inseparables.
Los antropólogos distinguen entre dos culturas: la cultura de la vergüenza y la cultura de la culpa. Son como dos fases históricas de evolución de la moralidad. similares a la formación de la conciencia moral en el niño a que me he referido antes. La cultura de la vergüenza es más primaria. se apoya en sanciones externas y no en la convicción interna de pecado o de haber obrado mal. Uno siente vergüenza no tanto por lo que ha hecho. sino por la reacción que su supuesta falta produce en los demás. La culpa. en cambio. es el sentimiento interno de haber transgredido una ley o de haber hecho algo malo. Podemos sentirnos culpables sin que nadie repare en nuestra mala acción.
Tanto la vergüenza como la culpa han sido desastrosas y causantes de más de un desvío psíquico en la formación de la conciencia de las personas. Por eso tendemos a rechazar ambas culturas. La sanción externa que produce el sentimiento de vergüenza es propia de sociedades estáticas y homogéneas. las sociedades donde brotó y se cultivó, por ejemplo, el sentimiento del honor. Una persona deshonrada
era una vergüenza pública y debía sentirse a sí misma como causa de esa vergüenza. El sentimiento de culpa lo han fomentado sobre todo los códigos morales super rigurosos de las religiones(…). Pero volvamos a la pregunta anterior: ¿La mala conciencia, el sentido de la vergüenza o de la culpa, no son inseparables de la transmisión de valores?¿Cómo enseñar que algo está mal si no se produce al mismo tiempo un sentimiento de rechazo hacia lo malo? La moral no es una cuestión sólo de razón, sino de sentimientos. El niño no aprenderá a comportarse correctamente si no siente, al mismo tiempo que sabe, que ciertas cosas son mejores que otras”. (p. 25-26 ) Fuente: Extractos de las páginas 25-26 del libro de Victoria Camps "¿Qué hay que enseñar a los hijos?" Ed. Proteus