GRADA ALTA
José María Aguilar – 19/09/2014 - ABC de Sevilla.
La Historia no es una ciencia rígida, invariable, rocosa de naturaleza y condición. El descubrimiento de cualquier documento perdido, u olvidado en los desvanes del tiempo y la memoria, puede obligar a reinterpretar puntos de vista o situaciones que hasta ese momento parecían inamovibles, cuasi dogmáticas. Un ejemplo es el feliz hallazgo de la crónica publicada en marzo de 1890 en un periódico escocés, el Dundee Courier, con el acta fundacional del Sevilla F. C. —«éramos la mitad británicos, la mitad españoles»— y el primer partido de fútbol disputado en España —hipódromo de Tablada— entre equipos de distintas entidades, el Huelva Recreation Club, establecido en diciembre de 1889 y el Sevilla, constituido en enero de 1890. En esos años, en España no era requisito obligatorio para que las asociaciones adquiriesen personalidad jurídica inscribirse en registro oficial. Su existencia legal derivaba del Código Civil, ley sustantiva, en virtud de un acuerdo de voluntades con trascendencia pública, mientras que la Ley de Asociaciones era una norma administrativa que cumplía la función de control de sus actividades.
A principios del siglo XX, sobre todo tras imponerlo el Madrid C.F. en las bases primitivas de la Copa de España en 1902, los distintos clubes surgidos a finales del siglo XIX colmaron el trámite registral. La inscripción del Recreativo data de 1903, 14 años desde su fundación. ¿Quiere decir que no existió con anterioridad? El Sevilla fue oficializado en 1905, pero ya había echado a andar 15 años antes. Debido a las inscripciones oficiales, durante mucho tiempo el Athletic de Bilbao, fundado en 1898, nueve años después que el Recreativo, fue considerado el decano tras ser constituido oficialmente en 1901.Por eso planteo ¿si los datos de una persona tras nacer no son asentados en el Registro Civil por sus padres, o no es bautizada y no consta en los archivos de la Iglesia, ya no existe? Que le pregunten si no al Carrete de Málaga, el veterano bailaor gitano.
Otra vez parece como si Sevilla tuviese que pedir perdón por su historia, rica rama del tronco de la Historia. Y el Sevilla es historia de la ciudad. Por eso no entiendo por qué el presidente, José Castro, se mantuvo la otra tarde equidistante entre dos fechas, 1890, la del origen documentado, que a nadie tiene por qué molestar, y 1905, la de la oficialización. Acaso, y porque estamos en tiempos de una Bienal de Flamenco dedicada al genial e irrepetible Paco de Lucía, quiso mantenerse entre dos aguas. Sin mojarse. Pero en tierra de nadie.”