En el local que antiguamente ocupó en la plaza Vieja, nº 2, la farmacia del señor Vega, se establece la «Compañía de Exhibición Fonográfica de Edison», en un salón elegantemente decorado para que pueda tomar decoroso asiento la más aristocrática dama.
«Los tubos del mencionado aparato recogen cuantos sonidos se producen a la boca de una bocina y los conserva y repite fielmente cuantas veces se quiera sin que el transcurso de los años lo haga desaparecer.
Los aficionados a la buena música oirán con sumo agrado algunas obras musicales de mérito universal, recogidas de grandes orquestas de los Estados Unidos.
Pueden estar oyendo cómodamente veinticinco personas en cada sesión.
También el fonógrafo recita con perfecta entonación los notables trabajos literarios que se le comuniquen.
La empresa fija el precio de una peseta por cada hora de audición.
Como se trata de un invento curiosísimo que tanto ha dado que decir en el mundo civilizado, es de suponer un felicísimo éxito.»
(El Correo de Cantabria, 26-1-1894.)
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