1901:Don Tancredo en Santander

Publicado el 10 septiembre 2020 por Dpl71

Según las crónicas, don Tancredo «ejecutó la suerte a la perfección ante un bravo toro».

El Don Tancredo, o la suerte de Don Tancredo, era un lance taurino con cierta afición en la primera mitad del siglo XX. Consistía en que un individuo que hacía el Don Tancredo, esperaba al toro a la salida de chiqueros, subido sobre un pedestal situado en mitad del coso taurino. El ejecutante iba vestido con ropas generalmente de época o cómicas, y pintado íntegramente de blanco. El mérito consistía en quedarse quieto ya que el saber de la tauromaquia afirmaba que al quedarse inmóvil, el toro creía que la figura blanca era de mármol, y no la embestía convencido de su dureza, y que si embestía contra ella se rompería los cuernos. Esta suerte comenzó a conocerse en España en 1899 exactamente. Se trataba de estremecer y conmover al público con la más dramática representación torera. En todo caso un precedente más chusco y primitivo del Don Tancredo lo protagonizó el malagueño Juan García, a quien llamaban “el tío Carrasquiña”, que en 1850 hizo una suerte muy parecida al Don Tancredo. Se cubría el cuerpo por completo de de abundante hierba verde recién cortada y se colocaba delante de toriles quieto como un árbol. Cuando salía el toro, se acercaba muy despacio a él y cuando se disponía a comer la hierba Carrasquiña se meneaba brusca e inesperadamente y el toro salía huyendo despavorido, y esto como es natural causaba un gran regocijo y carcajada entre el público. La suerte llamada de Don Tancredo consistía en subirse en centro del ruedo a un pedestal, vestido de blanco y con la cara empolvada de blanco, y esperar allí inmóvil la salida del toro, que  llegaba hasta el pedestal, lo olfateaba y se iba a otro lado de la plaza. Durante varios meses repitió el tenso espectáculo con gran regocijo del público. Se rumoreaba que Tancredo hipnotizaba a los toros. Él tenía otra explicación para el fenómeno: el toro creía estar ante una estatua de mármol y temía romperse los cuernos si la embestía.

El origen de la práctica del Don Tancredo es pues en 1899, y se debe a un torero español natural de Valencia, de poca fortuna y nombre Tancredo López comenzó este espectáculo como un medio desesperado de ganar dinero en las postrimerías del siglo XIX.  Se sabe que Tancredo López en su juventud fue novillero pero tuvo poca suerte. Sus andanzas le llevaron unos años por América para probar suerte, y parece ser que estando en La Habana, en 1898, vio practicar este experimento a un mexicano José María Vázquez apodado el Orizabeño también conocido con el alias de “El Esqueleto taurino” , y debió pensar practicarlas en los ruedos españoles, sin que el destino le deparara el  desafortunado fin del mexicano, que practicando esta suerte murió aparatosamente de una fuerte cogida. Fue en Cuba donde Tancredo tuvo la idea del hombre-estatua al presenciar una parodia taurina de Don Juan.

Fue el 19 de noviembre de 1899 cuando practicó por primera vez la suerte del Don Tancredo en su Valencia natal, con un toro de Flores y con un éxito arrollador. Repitió la misma hazaña en idéntica plaza unos días mas tarde, el 26 de noviembre con igual éxito. Durante 1900 se prodiga por multitud de plazas francesas y españolas, presentándose en Madrid el 30 de diciembre de 1900 en la antigua Plaza de la calle Alcalá con un toro de Trespalacios, que por casualidades de la vida se llamaba Espantavivos,un cárdeno, lucero y corniabierto. El 1 de enero de 1901 repite su actuación en Madrid esta vez con un toro de Miura, que le volteó infiriéndole un puntazo en la espinilla de la pierna izquierda. El 13 vuelve a practicar la experiencia  también en Madrid con un toro de Biencinto. El espectáculo,   según las crónicas de la época fue impresionante, pues el toro llegó se acercó despacito a la fingida estatua, la olfateó y se despidió del pedestal repentinamente dando un fuerte hozicazo, persiguiendo luego a Don Tancredo por toda la plaza por piernas, hasta que pudo tomar el olivo y saltar la barrera. Pero la cogida mas aparatosa la sufrió en Madrid el 13 de junio de ese mismo año, en que un novillo de Anastasio Martín le infirió una grave cornada. El ministro de la Gobernación prohibió desde entonces el espectáculo y pasaron unos años sin que se practicara en nuestro país. Mas tarde volvió a autorizarse y surgió una legión de imitadores  que verificaban la suerte, y algunos de ellos con variantes, bien en color del traje, bien por la postura  o con cualquier circunstancia.   Tancredo López fue un novillero fracasado, natural de Valencia, que alcanzó cierta celebridad a principios del siglo XX introduciendo en el toreo el principio de la inmovilidad en una época en la que el toreo era más arte de destreza y de movimientos. Murió olvidado de todos en un hospital de Valencia en 1923. Con su muerte comienza una época de ademanes hieráticos en la tauromaquia. Entre los  numerosos imitadores se pueden mencionar: El Cojo Bonifa, Manuel Álvarez, El Arrongatito,El Fideísta, y las mujeres Olga Miñón, la francesa Mercedes Barta y la propia esposa del artista, María Alcaraz, Doña Tancreda, que sufrió en Madrid una grave cornada. Don Tancredo obtuvo un éxito extraordinario, y pronto se reflejó en los cuplés.»

Normalmente el Tancredo era interpretado por personas desesperadas a la búsqueda de ganar dinero fácil y con poco que perder, ya que eran numerosas las cogidas que se producían. Así las cosas el Tancredo fue prohibiéndose por las autoridades, y ya a mediados del siglo XX realizaron las últimas representaciones. Una de las apariciones más populares del Don Tancredo es el interpretado por Fernando Fernán Gómez en la película «El Inquilino”. Este es pues el origen taurino del personaje, que tiene más aplicaciones de las que nos gustaría.

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