En junio 2006, el día antes de irme en misión, un año a Etiopía, llamaron a la puerta de mi habitación en París. Aunque eran las 7 de la tarde, abrió una chica con mucha cara de sueño.
"Hola, me han dicho en la organización que te vas a nuestra misión en Etiopía... de donde acabo de llegar hoy. Estoy cansadísima pero he pensado que te gustaría tener información de los equipos y los proyectos en la zona". Dije que sí y nos fuimos a cenar. Montse Serra me estuvo explicando los proyectos y esa información me vino muy bien para entrar con buen pie en la misión. Le escribí para agradecerle la ayuda. No la volví a ver ningún otro día más y estoy seguro que sus compañeros de MSF y sus familiares y amigos la conocen 100 veces más que yo, pero ese tipo de detalles, te indican como es alguien. Cualquier otra persona se hubiese quedado descansando, descanso merecido después de varios meses de trabajo en Kebri Dehar, en la zona somalí de Etiopía. Podía haber pensado ¿para que ayudar a alguien a quien no conozco... y a quien quizá no vuelvo a tratar? Pero no lo hizo y esa premisa, ayudar a un desconocido sin esperar nada a cambio, es lo que ha marcado su trabajo hasta hoy. Su secuestro, junto al de Blanca Thibaut ha sido un duro golpe para todo el sector humanitario.
Se impone el silencio, dejar trabajar a las autoridades y que las negociaciones lleguen a buen puerto.
Como trabajador humanitario pero sobre todo como ser humano espero que ella y Blanca sean liberadas lo antes posible.