1983, de David Peace

Publicado el 09 marzo 2012 por José Angel Barrueco

Cuarto volumen del Red Riding Quartet del británico David Peace, tras sus celebradas 1974, 1977 y 1980, ya recomendadas en este blog. El ciclo se cierra con los monólogos de tres narradores: un abogado, un criminal y un policía. Me han apasionado los libros de Peace, pero con reservas. Me explico: la prosa hipnotiza, es visceral, es rompedora, los personajes hacen y dicen cosas políticamente incorrectas, las tramas se meten por vericuetos peligrosos y hacen nudos… Sin embargo, el estilo de Peace, que a menudo insiste demasiado en la elipsis, y la estructura, con tantas voces narrativas y tantos saltos en el tiempo, logran que el lector se extravíe por momentos (al menos en mi caso así ha sido). Sucede un poco como en esas películas donde se acumulan nombres y fechas y datos y el espectador se pierde por momentos, tipo Syriana o incluso L. A. Confidential. Ya digo: el cuarteto es muy recomendable, pero a veces me da la sensación de que sólo me he enterado de la mitad de lo que cuentan. Dicen que su estilo es áspero, salvaje. Tienen razón, y a mí me encanta, y aquí se cierran todos los cabos sueltos y encuentran su razón de ser, su acomodo. Un extracto:
Lo teníamos allí desde la tarde del jueves, pero técnicamente no empezamos a interrogarlo hasta las siete de la mañana del viernes, y aunque llevábamos ya seis horas con el capullo no habíamos conseguido sacarle nada, nada más que la cazadora, las botas y la moto, la mierda de las uñas, sangre de los brazos y una muestra de semen de la polla, así que fuimos a Fitzwilliam y destrozamos su casa, el garaje y el jardín, nos llevamos la ropa del cesto de la ropa sucia y la que estaba tendida en la cuerda, tomamos muestras de polvo y de pelo del suelo, de las manchas de las sábanas, requisamos la basura de los cubos, se lo enviamos todo a los forenses y por último nos llevamos a su madre y a su padre, a toda su familia de quinquis, a los del taller donde trabajaba, a los tíos a los que llamaba sus amigos y a la tía con la que follaba, los detuvimos a todos, pero no habíamos conseguido sacarles una mierda, nada…Todavía.
[Traducción de Catalina Martínez Muñoz]