Este libro se sitúa en la categoría de las distopías, en un mundo donde prevalece una sociedad unificada y uniformizada bajo un solo poder político (es decir, una dictadura totalitaria que recuerda en muchos puntos al comunismo de Stalin, que dicho sea de paso, sirvió de inspiración para Orwell). Describe el despertar político de Wiston Smith, emergiendo poco a poco a partir de disonancias cognitivas entre lo que es lógico para él y lo que observa pasar en el sistema social en el que vive.
Wiston Smith trabaja en el Ministerio de Verdad, y su trabajo es peculiar: modificar la historia para adaptarla los intereses de el Partido Único. Wiston toma porciones de los periódicos, los reescribe, y borra todo registro que contradiga lo que dijo el Partido.
El control del Partido sobre la sociedad es total. Todas las casas tienen un televisor que además sirve para monitorear las actividades de los súbditos. Existe, además, un símbolo cuasirreligioso en esa sociedad, un ente omnipresente: El Gran Hermano (que nadie ha visto, que nadie conoce, pero que se supone es un líder moral que todo lo ve, lo sanciona o lo perdona).
El mundo está dividido en tres grandes superestados: Oceanía, Eurasia y Estasia. Estos tres superestados mantienen guerras sempiternas uno con otros de forma sistemática (uno siempre aliado de los otros dos de forma alternada) por la simple razón de que la guerra es un medio y un fin: ayuda a mantener el control sobre la sociedad al someterla siempre a un estado de terror (terrorismo de Estado), y porque mantiene el flujo de la economía constante y arbitrado.
Fui somero en la descripción. Muchas de las cosas que dijo Orwell hace que a nuestra sociedad se le diga "sociedad orwelliana". Se pueden hallar muchos paralelismos que pueden hacer pensar en Orwell como una especie de profeta, aunque no lo es: fue, más bien, un visionario (escribió 1984 en 1948) que vio el curso lógico de nuestras políticas y nuestra cultura.
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