1987 Depeche Mode - Music For The Masses

Publicado el 05 junio 2010 por Abacab @DMRblog
Ya hemos afrontado unos cuantos capítulos sobre Depeche Mode en estos casi 2 años de actividad del blog. En nuestras primeras semanas revisamos “Black Celebration”, del cual también hicimos un programa de radio en RUAH. En la primavera pasada publicamos un artículo experimental, que revisaba su último trabajo “Sounds Of The Universe”, de reducida extensión derivado de un concurso del diario 20Minutos, que ponía en juego un viaje para el comienzo de la gira de “Sounds Of The Universe”. Por último, en el apartado de conciertos, publicamos la crónica de su concierto el 16 de noviembre de este año pasado en el Palacio de los Deportes.
Como la crónica de “Sounds Of The Universe” no guardaba la estructura habitual de nuestras revisiones, hoy realmente es cuando repetimos análisis de un disco de la formación de Basildon, siguiente con la tradición techno pop que llevamos durante las 3 últimas semanas. Vamos a continuar con el paso siguiente que dieron Depeche Mode tras “Black Celebration”.
Este disco, que mostraba un fuerte cambio de carácter sonoro en Depeche Mode, aunque no tuvo el nivel de éxito de sus 2 anteriores entregas, posicionó perfectamente a la banda para que alcanzara el éxito internacional masivo en sus 3 siguientes álbumes. Esto permitió a Depeche Mode librarse de esa quema a la que he aludido varias veces de grupos techno pop surgidos a comienzos de los 80, que sucumbieron a la 2ª mitad de la década, bien desapareciendo o reduciendo mucho su cuota de aceptación.
No obstante, ya en “Black Celebration” se fueron definiendo los roles dentro del grupo, sobre todo en lo referido al papel cada vez más protagonista de Alan Wilder en las labores de perfeccionamiento de las composiciones. También se fue dando forma a la estética o imagen clásica de Depeche Mode, en lo referido al look de la banda; lo que más se recuerda es a Dave con el pelo muy corto, muy moreno (su color natural) y un medio tupé, con sus gafas de sol, Alan Wilder con sus chupas de cuero y su flequillo despeinado, Martin L. Gore y sus rizos dorados, sin el histrionismo de un par de años atrás y con la cantidad de cuero necesaria para satisfacer sus gustos de estilismo y Andrew Fletcher con sus gafas y su pelo repeinado para atrás o con raya al lado.
A Depeche Mode se le resistía el mercado norteamericano, y el título del disco que hoy revisamos “Música para las masas”, es un claro guiño o ironía al respecto. “Music For The Masses” será realmente el verdadero trampolín a la inmortalidad de Depeche Mode. Es el disco que les permitiría comenzar a consagrarse como una de las grandes bandas de la historia y en especial de la música electrónica, gracias a los estupendos 3 primeros singles que contiene. Los motivos restantes vendrán expuestos a continuación, al revisar su contenido; sus excelentes canciones.
Este disco no puede empezar de forma más contundente. Se presenta en el primer lugar un clásico dentro del repertorio de la banda, que además tuvo el mérito de convertirse en ello a través de su posición como 2º single. “Never let me down again” ya nos sorprende desde su inicio con los nuevos sonidos electrónicos que introducía Depeche Mode, para dibujar un corte de textura oscura y con ciertos momentos épicos y con algún pequeño matiz clásico en esos efectos al estilo de coros operísticos que se intuyen en la parte final, que tanta grandiosidad le aportan. El videoclip que se grabó, además de conformar una historia más larga unido al grabado para “Behind the wheel”, muestra a Gahan sufriendo un accidente de coche y lo mal que lo pasa derivado de ello. Mientras, se ven imágenes del resto de los componentes corriendo por campos de siembra, todo ello en ese blanco y negro tan marca de la casa de Anton Corbijn. En los conciertos de las últimas giras de la banda, “Never let me down again” suele situarse en los bises y ya desde aquella gira llamaba mucho la atención el mar de brazos ondeando al viento, que asemejan los campos de cultivo mencionados del clip, mecidos por el viento. Un disco que empieza con tan tremenda canción, una de dos, o es una mentira (por aquello de situar algo tan grande al inicio) o es un disco de 10. Por fortuna, en esta ocasión se da la 2ª circunstancia. Prueba de ello es la cantidad de joyas ocultas que hay en el disco, ya que la mayoría de las canciones que no fueron singles lo son. Por ejemplo “The things you said” es de las mejores piezas compuestas por Martín para su propia interpretación. A día de hoy echamos mucho de menos que en los nuevos discos de la banda, Martin no atine de forma tan excelente en las composiciones que se guardaba para él (y también en general). El carácter fuertemente íntimo y nocturno de la melodía, es perfecto para esa letra llena de reproches que canta Martin. Nos advierte que por otro lado “ellos saben mis debilidades (nunca he intentado ocultarlas)…” en ese acertado estribillo. Y tras la 1ª joya oculta, pasamos al que fue el 1er. single del disco y quizás una de mis favoritas de la banda de siempre. Al respecto he de echarles en cara al grupo que tras haberles visto 3 veces en directo, jamás he encontrado a “Strangelove” en el repertorio y eso duele. También hay que afirmar que esta excelente composición pop es la que menos tiene que ver con el resto del disco. Se dispuso para su promoción un clip grabado en París, con imágenes de 2 modelos y con los chicos desfilando por las calles con un altavoz (símbolo de la época y de lo que después hablaremos), a la par que se intercalan imágenes de los mismos observando a las insinuantes damas (a destacar una cara de aviesa intención que muestra Alan en determinado momento). La melodía es muy clara, sobre todo en la versión single, ya que no hay que olvidar que entre las versiones del disco y las “single edit” de Depeche Mode, mediaban notables diferencias, sobre todo en esta obra. La versión del disco destaca por su misteriosa intro, que intenta acercarla más al oscurantismo del resto de la obra, aunque en vano, ya que “Strangelove” es un momento pop genuino de muy buen gusto, dentro de tan excelente entramado de composiciones techno pop de corte oscuro. Más joyas ocultas. Ahora llega “Sacred”, que igual que al resto de canciones “no-single” del disco, descubrí primero al escuchar el lp en directo de la gira titulado “101” en casette allá por octubre de 1999. Se abordan nuevamente los temas religiosos con ese doble sentido único de las letras de Martin, en lo que pudo ser un ejercicio previo del inmortal “Personal Jesus” del posterior “Violator”. La melodía del estribillo, con esa perfecta modulación de la voz y la perfecta simbiosis de la misma con los teclados cuando David nos dice aquello de “intentando vender la historia de que el amor es una eterna gloria” es simplemente genial. “Sacred” tiene un gran ritmo, no del todo oscuro, y a ratos bastante contundente en los sonidos empleados. Ahora llegamos a “Little 15”, el 4º sencillo moral de la obra (únicamente editado en Francia), con ese estático video en tonos sepia, en el que se simboliza la historia narrada en la letra, de un amor o un romance entre 2 personas con bastante diferencia de edad, siendo una de ellas todavía un adolescente. Tiene un carácter muy clásico y casi acústico, después del entramado de sintetizadores, teclados y samplers que se han sucedido hasta el momento en cada una de las canciones. Por otro lado, supone un momento exótico dentro del disco y que nos confiere una ligera, pero para nada baladí, pausa dentro de la escucha de la obra.Volvemos al ritmo y de forma muy marcada, gracias al inicio tan contundente de sintetizador de “Behind the wheel”, que en la edición en vinilo suponía el inicio de la cara “b”. Una historia que describe las sensaciones de una historia de amor, con un cierto doble sentido en su letra más que interesante en partes como “mi pequeña niña, prefiero que tu estés al volante y yo ser el pasajero”; sobran más explicaciones, ¿no? El ritmo de base de sintetizador, que protagonizó el inicio, permanece en toda la canción, sobre la que se disponen las solemnes notas de teclado, que terminan de rubricar una pieza muy oscura, dentro del carácter global que desprende el disco, aunque de una forma distinta al que emanaba “Black Celebration”. Como he mencionado antes, el clip grabado supuso la continuación del de “Never let me down again” con un afortunado David, que tras quedarse tirado en la carretera, sin coche y con muletas, se encuentra con una señorita que va en vespa que amablemente le recoge. El final con David con un bigotito al estilo del de Clark Gable en “Lo Que El Viento Se Llevó”, también es digno de destacar. Llega nuevamente el turno de que Martin se luzca al micrófono de la mano de “I want you now”, una de esa canciones más acústicas, con una tremenda carga de intensidad y melancolía a la par. En un futuro no muy lejano, de la mano de “One caress” nos vendrían reminiscencias de este acertado pasaje dentro del disco, que aporta oscurantismo y decadencia, al igual que en mayor medida y sumando bastante asfixia, nos va a suceder a continuación con “To have and to hold”. Esta canción es una pieza tremendamente sucia y oscura, con un sonido inquietante y poco amable, dando lugar al momento más siniestro de “Music For The Masses”, destacando sobremanera la grave interpretación vocal de David Gahan. En la parte final destaca sobremanera “Nothing”, que no sé por qué motivo la veo muy pareja a “Sacred”. Quizás parte de culpa la tenga el hecho de que las descubrí a la par al escuchar “101” y de ahí que vea su paralelismo. No tiene los momentos tan graves de “Sacred” en su estribillo, pero musicalmente es de los momentos más interesantes en el plano menos conocido del disco y una de las favoritas de los seguidores de Depeche Mode de toda la vida. El solemne y asfixiante final que otorga la instrumental “Pimpf” no deja de ser curioso, pero yo creo que como intro del disco hubiera quedado más apropiado, al igual que jugó dicho papel en el disco “101”. También es digno de destacar que tiene un videoclip en el que los componentes de la banda, derriban una caseta, siguiendo la tradición de los martillazos al citroen cx del video de “Stripped”. Hay normalmente anexadas en las numerosas ediciones en cd varias caras b y rarezas, de las que destaco principalmente “Agent orange” como una decente instrumental y la variación de “Behind the wheel” que supone la interesante “Route 66”. También hay sitio para algún borrón como “Pleasure, little treasure”, pero eso es lo de menos.
“Music For The Masses” remontó el vuelo tras el disco de transición, pero a la par que muy interesante, “Black Celebration”. Esta obra ya no pilló de nuevas a la gente y la audiencia se había amoldado el oído tras escuchar el trabajo anterior y piezas como “Stripped”, “A question of lust” o “A question of time”. Algo destacable es que ya desde aquí, se abandonarían las canciones más pop y de sonido más dulce, como “But not tonight”. “Pleasure, little treasure” supondría el último de estos cortes. Desde entonces, el sonido Depeche se caracterizará por la seriedad de sus composiciones.
En efecto el disco triunfó en Estados Unidos, de tal forma y con un proceder tan correcto, que hasta consiguieron en aquel famoso concierto inmortalizado en el disco “101” ser cabeza de cartel por delante de los grandiosos OMD, que por aquellos días afrontaban sus momentos más difíciles y el final de sus días gloriosos.
La gira mundial fue arrolladora y Depeche Mode aumentaría de forma exponencial su legión de seguidores, convirtiéndose en uno de los grupos favoritos por los jóvenes junto a The Cure o U2. De hecho, ¿qué hubiera sido de este disco si no hubiera coincidido en espacio y tiempo con el “The Joshua Tree” de los irlandeses? En todo caso, no debemos dejar de lado el hecho de que este trabajo no sería más que el inicio de los mejores años de Depeche Mode, puesto que tanto el concierto/película “101”, como sobre todo su siguiente lp “Violator” de 1990, dejaron a “Music For The Masses” bastante eclipsado dentro de la historia del grupo, a pesar de la importancia que tiene dentro de la misma.
La portada, con ese marco de color marrón anaranjado claro y con esa fotografía de un poste de altavoces rojos en mitad de una extensión o desierto, es quizás el simbolismo más acertado de Depeche Mode de su historia, mucho más allá de las estupendas portadas de sus primeros discos, que quizás tenían un mensaje ideológico que desglobalizaba y sectorizaba su contenido. Depeche Mode querían ser mundiales, masivos, y tanto el título del disco, como la portada buscan esa intención. Y vaya que lo consiguieron. Redundando en ello, el protagonismo del símbolo del altavoz Bong en esta época va a ser bastante importante también las portadas de los singles, en los videoclips y en los decorados de los escenarios de la gira. Símbolo, sin lugar a dudas, de una época gloriosa.
Después de la edición de este obra, vendrían los tiempos más felices y de mayor apogeo de Depeche Mode con los posteriores lanzamientos del doble directo “101”, del magnífico “Violator” y del también acertado “Songs Of Faith And Devotion”, aunque este último trabajo supusiera una ruptura tanto de imagen como de sonido con lo que había hecho el grupo hasta el momento, y no todos los seguidores de Depeche Mode lo vean con buenos ojos; yo sí lo aprecio. Precisamente, al finalizar la gira de este disco, a ratos maldito, se produjo el resquebrajamiento del grupo con el abandono de Wilder y con la tentativa de suicidio de Gahan.
Antes, y mientras daban forma a “Songs Of Faith And Devotion”, el grupo vivió durante un tiempo en Madrid, en un chalet de La Moraleja, al cuál en plan ruta turística fui este pasado jueves por la tarde, por el simple hecho de saber dónde habitaron Depeche Mode en aquellos días de tanto desenfreno en la capital y, por otro lado, poco trabajo musical (que era para lo que habían alquilado la finca principalmente). Supe el lugar exacto debido a unos seguidores de antaño que conocí en la gira de “Playing The Angel”, que en su día, cuando Depeche eran los inquilinos, abordaron la fortaleza. Me contaron que llegaron a colarse en la casa, aprovechando un descuido de la seguridad, y fueron a parar a un patio en el que Martin y Andy jugaban al fútbol, con la consecuente cara de sorpresa que pusieron los 2 miembros del grupo al ver a esos desconocidos paseando por allí.
La verdad es que del chalet en sí no se ve nada. Me atrevería a decir que es de los más cobijados por la naturaleza de la urbanización. Simplemente vimos la entrada y el área que ocupa el jardín, pero de la casa no intuimos ni el tejado siquiera debido a la cantidad de árboles y aligustre que tiene el perímetro de la parcela. Aún así, fue interesante imaginar que en ese lugar Depeche Mode había tenido fijado su cuartel general durante varios meses en 1992 y ver que por esa entrada desfilaban a primera hora de la mañana tras regresar de aquellas largas noches de farra.
Con esta anécdota terminamos por hoy. Volveremos a Depeche Mode; nos quedan muchos discos por revisar del grupo. Hoy proponemos que les aborden en el despegue o confirmación definitiva de que estábamos ante una banda que pasaría a la historia de la música. “Music For The Masses” es un disco clave dentro de la historia de Depeche Mode y uno de sus grandes discos de todos los tiempos.