1Q84: Libro 1 de Haruki Murakami

Publicado el 25 marzo 2011 por Kovua

Aomame es una bella joven entrenadora y una asesina profesional por sus métodos, sin dolor y silenciosos. Le gusta los libros de historia, de la cual, es capaz de aprender acontecimientos fácilmente, pero no las fechas. Se encarga de matar a altos cargos de grandes empresas mediante las órdenes de una mística y rica anciana a la que le gustan las mariposas. Poco después descubre cosas distintas que no sabe cómo explicarse por lo que decidirá llamar al año al que se encuentra 1Q84.
Tengo, en cambio, es un profesor de matemáticas y un novelista que no ha publicado nada aún y al cual le encargan la corrección de un misterioso libro titulado La crisálida de aire que habla de la Little People y una cabra invidente. Este libro le lleva a conocer a una misteriosa joven llamada Fukaeri que es la autora del libro, ella es una persona tímida e introvertida que se expresa con pocas palabras pero consigue que con sus gestos la entiendan y comprendan a la perfección.
Estos personajes se moverán por el año 1984 y a lo largo de este tomo descubriremos su pasado, sus experiencias a lo largo de vida y como, cuando tenían diez años, se enamoraron y se dejaron de ver con la misma edad, ellos ignoran que sus actos siguen una misma línea paralela, la Little People (como la suelen llamar en el libro la lítel pípol) y la búsqueda de la verdad sobre Vanguardia y Amanecer, ambas sectas religiosas que no traman nada bueno en las montañas en las que se encuentran su sedes en Japón.
Recomendado para todos aquellos que quieran descubrir otra forma de escribir y de ver el mundo, también a aquellos que se sientan atraídos por los escritores nipones, Murakami no os defraudará, además la editorial Tusquets con este primer tomo ha publicado las dos primeras partes de la trilogía y por último para los seguidores de este fantástico y a la vez realista autor.
Extractos:
«¿Cuándo ocurrió aquello?», se preguntó Aomame. Pero el tiempo se le enredaba en la memoria y se transformaba en una especie de hilo enmarañado. Perdía el eje que lo mantenía recto y todo se alteraba. La posición de los cajones estaba cambiando. Por algún motivo, no era capaz de recordar lo que debía recordar. «Estoy en abril de 1984. Nací en 1954.» Hasta ahí se acordaba. Sin embargo, dentro de la mente de Aomame, aquel momento que había quedado sellado en su memoria perdía rápidamente su esencia. Acudía a su mente la escena de postales blancas con la fecha impresa esparciéndose en todas direcciones en medio de un vendaval. Ella corría intentando recoger todas cuantas podía. Pero el viento era demasiado fuerte. También eran demasiadas las postales perdidas. 1954, 1984, 1645, 1881, 2006, 771, 2041… El viento se llevaba las fechas una tras otra. Su linaje se perdía, los conocimientos se extinguían y la escalera del pensamiento se iba derrumbando a sus pies.
Su trato con Komatsu había sido frecuente. Durante todo ese tiempo, Tengo había visto el anverso y el reverso de su cara. Komatsu era un lobo solitario dentro de aquel sector y parecía vivir haciendo lo que le venía en gana. Mucha gente se dejaba engañar por su apariencia, pero si se consideraban las circunstancias que lo rodeaban y se observaba con atención, uno se daba cuenta de que sus actos habían sido calculados con frialdad. En una partida de Shōgi, el ajedrez japonés, sería como adelantarse varios movimientos al adversario. Estaba claro que le gustaban las estrategias ingeniosas, pero siempre trazaba una línea en el lugar adecuado e intentaba no salirse de ella. Se podría decir que tenía un carácter más bien sensible. La mayoría de sus irreverencias no eran más que puro teatro.