2 de Octubre.

Por Mariojj75


Llevaba mucho sin escribir. La verdad es que decidí parar por un tiempo pues simplemente me costaba ponerme a ello, no sé, desgana. Así que pensé que lo mejor era escribir solo cuando de verdad me lo pidiera el cuerpo, pues si aun escribiendo con ganas no soy ningún Quevedo, imagina si lo hago con la pereza distrayéndome. Tengo mucho que contar, y no quiero que se me olvidé, que al final el propósito de todo esto, poder mirar atrás dentro de unos años. Poco a poco tengo que retomarlo…
Sin embargo, la ocasión esta vez lo merecía, y como las palabras me van saliendo casi sin pensarlo, pues tampoco es plan de espantar a una musa que tan cara se vende y tan mal me quiere.
Pues eso, que el 2 de octubre fue mi cumpleaños. 36 otoños, aunque como dice un amigo mío por más que reviso no me salen las cuentas y creo que más de la mitad se me han perdido por el camino. Pero el caso es que aquí estoy más cerca de los 40 que de los 30.
Este fin de semana he tenido tiempo de repasar un poco el camino andado. Marisa me preparó una de esas sorpresas de las que ella es capaz y yo no. Me despertó a eso de las 4 de la mañana diciendo “date prisa que el avión para Boracay sale en menos de dos horas”. Otra lección más, la enésima, para que aprenda a ser mas detallista y menos egoísta.
Sinceramente, creo que los 36 años no me han cundido ni la mitad de lo que me gustaría. Me ilusiono mucho con la cosas, eso no sé si es bueno o malo, pues me ha hecho abarcar mucho más de lo que aprieto, y eso me ha llevado a no destacar especialmente en nada: aunque mi Sensei, yo creo que mas por ser tan pesado que por otra cosa, me dijo que estaba preparado para llevar el cinturón negro, mi karate es muchísimo peor de lo que me gustaría y debería ser a estas alturas, sé un total de 10 katas, ninguna la hago bien y me cuesta un mundo mejorar mínimamente en Kumite. Mal toco el piano y maltrato la guitarra. Con la fotografía es cierto que noto que he mejorado, nada meritorio teniendo en cuenta la cantidad de horas de estudio y las más de 7.000 fotografías tiradas. Las hay mejores y peores, pero ninguna que me haya hecho sentir que esa fotografía de verdad merecía la pena. Pero vamos, ni de lejos. Además, si hubiera alguna fotografía buena se debería más a todo lo que sé de filtros, técnicas aprendidas de otros, lentes y photoshop que a un talento innato.


Adoro a los perros. En especial los grandes y sobre todo los rottweilers.


Siempre me gustó y se me dio bien estudiar. Acabé siendo economista que, aunque me gusta y me siento orgulloso, fue la opción más pragmática de todo lo que me gustaba. De no haber sido por eso de las “posibles salidas” después de acabar la carrera, me habría decantado por Física para luego especializarme en Astronomía. Al acabar la carrera estudié un par de máster antes de hacer un MBA en el Instituto de Empresa. Llevo ya un puñado de años peleándome con el doctorado, después de completar el DEA ando en busca de un director de tesis. El doctorado lo hago porque me gusta claro, pero sobre todo porque creo que es el final del camino, y nunca me ha gustado dejar nada a medias.
No me gusta el Champagne ni las ostras. Recientemente he descubierto que si me gustan las navajas, aunque en general todo el marisco me sabe igual. Me gusta el vino, pero no entiendo demasiado, lo justo para saber si está picado o no y acordarme de tres o cuatro marcas que me gustan.
Tengo una especial tendencia a mirar al pasado, y a preocuparme demasiado por el futuro lo que a veces hace que me cueste disfrutar del presente. Me ha costado muchos años entender lo valioso que es la amistad, y es ahora cuando más cuido de ella aunque a veces pienso que es precisamente ahora cuando menos se me valora. Pienso que cualquier relación, por deteriorada que esté, se puede arreglar con mucho trabajo y buena voluntad.
Me gusta la lluvia, prefiero el frio al calor. Me gusta mucho el mar pero odio eso de ” ir la playa”.
Me apasiona todo lo antiguo, colecciono libros y grabados antiguos, he llegado a aprender algo sobre antigüedades  después de todos estos años. Lo primero que compré con mi primer sueldo fue una hoja de cantoral del siglo XVI. Ahora tengo pequeña colección de la que me siento orgulloso, siempre digo que eso es lo más cerca que estaré de la historia. Esta afición me viene de mi abuelo y quizás sea de entre todas, la afición que más me satisface, a excepción de viajar, aunque la verdad es que ambas cosas se complementan muy bien.
Me gustan los videojuegos. Me gusta la “retroinformática” es decir ordenadores y juegos con más años que el hilo negro. Mi juego favorito es “la abadía del crimen”.
Marisa ha aprendido a vivir con todo esto, la verdad es que me apoya en todo. Pero a mis 36 años, y sin poder ni deber quejarme, tengo la sensación de que muchas cosas que se van quedando en el tintero. Vivo con demasiada prisa, soy consciente de que la vida no es eterna, y de que se puede acabar en cualquier momento. El problema es que soy demasiado consciente de ello, mucho más desde que mi padre falleció.
Mis dos películas favoritas son Cyrano de Bergerac y Cinema Paradiso. Me gusta el cine “del oeste” Todos los años veo Pesadilla antes de Navidad en Navidad. Entre mis libros favoritos están Sinuhé el egipcio, León el Africano, Las flores del mal y el arte de amar.
Con diferencia, pero con mucha, mi hijo Diego es lo mejor que me ha pasado. Una sonrisa suya hace que todos mis problemas parezcan más pequeños.


Y aquí estoy con 36 años, viviendo en Filipinas desde hace 3, a punto de acabar este post, y todavía no teniendo claro como he llegado a este preciso momento.
Mario Jiménez.