Foto: White House
Estados Unidos vive en un estado de elecciones continuo. Apenas pudo Obama comenzar su proyecto cuando lasurgencias electorales de sus colegas demócratas y el bloqueo republicano dejaron su presidencia en punto muerto. Cuando los estadounidenses votan para elegir una nueva Cámara de Representantes y un tercio del Senado, la campaña para las presidenciales de 2012 ha echado a andar.
El Obama 2.0 tiene como objetivo volver a ganar. Pete Rouse, jefe interino del Gabinete Obama, hace de transición hacia el equipo definitivo que acelerará la máquina electoral. David Plouffe, creador del ‘mito Obama’, podría incorporarse próximamente a la Casa Blanca mientras que el asesor presidencial, David Axelrod, abandonará en un año su cargo para asegurar la reelección de Obama. El director de comunicaciones, Robert Gibbs, asumirá responsabilidades mayores.
Los mensajes del cambio y la esperanza ya están agotados. Obama debe vender éxitos, que los ha tenido. La contención de la crisis económica y las históricas reformas de la sanidad y el sistema financiero justifican por sí solos una presidencia pero no la de Obama, que prometió mucho más. El presidente estadounidense debe afrontar la cuestión migratoria, la creación de empleo, la paz en Oriente Próximo o la contención del régimen iraní. Y, sobre todo, recuperar la iniciativa del discurso político. El reto se plantea mayúsculo por la previsible polarización del debate en las Cámaras.
La altura del presidente se medirá por su habilidad para superar el anunciado bloqueo republicano. Porque ellos también piensan en 2012. Quieren maniatar a Obama, quitarle la iniciativa. Y el primer paso es frenar la estrella de Sarah Palin, buena candidata entre las bases más conservadoras pero con pocas posibilidades en el conjunto del país. Mitt Romney, Mitch Daniels, Paul Ryan y Mike Huckabee se postulan como posibles candidatos.