ASALIA VENEGAS S.
2013, año impar, simboliza para la revolución bolivariana catorce años de recorrido, que sorteó altibajos y los obstáculos que una derecha irracional produjo para intentar frenar el impulso y el coraje del pueblo. Éste, de la mano de un líder, despertó para no volver más a su ensimismamiento. Cuarenta años de control de los viejos partidos del puntofijismo crearon las condiciones a través de una democracia clientelar y representativa, donde cada cinco años el pueblo era llamado a votar. Sin protagonismo, sin participación, sin claridad, el pueblo creyó que esa dinámica clientelar de la no conciencia favorecía los anhelos y necesidades por tanto tiempo relegados. Instituciones y dirigentes se burocratizaron y corrompieron. Se pervirtió cualquier asomo democrático y el pueblo fue desplazado a los cordones de miseria en las principales urbes. Campesinos e indígenas, trabajadores y obreros especializados, engrosan aquel 80% de pobreza que recibe el gobierno bolivariano en el año 1998. En la era bipartidista, la oligarquía y la burguesía, patológicos acumuladores de capital, depredadores por naturaleza, dueños de las tierras y de los medios de producción, se enriquecían cada vez más. Éstos, bajo la mampara de los partidos del estatus, controlaban las riquezas del Estado. Contra ello, resumido al máximo, insurge el proceso que lidera el presidente Chávez, cuyo norte ha sido conferir su membresía a nuestro pueblo, visibilizarlo, concientizarlo. Darle sentido de pertenencia, con hidalguía y orgullo, el campesino, el obrero, el estudiante, el ama de casa, el indígena, los cultores de todas las regiones; las mujeres y los hombres de esta tierra, están orgullosísimos de ser venezolanos y, además, felices de tal condición. Sin poses, con sinceridad y autenticidad, el Presidente embarcó a nuestro pueblo en el arca del bolivarianismo, apeló al discurso de los héroes de la patria, a una simbología e iconografía petrificadas. Les dio vida, las hizo familiar, recurrió a las cosmogonías de los pueblos ancestrales. De allí el significado y la fuerza de esta revolución. Los logros en educación, salud, vivienda, la justa distribución del ingreso petrolero en lo social, la hacen irreversible. Por eso, el 2013 es año de consolidación.Periodista/Profesora universitaria