Vivimos malos tiempos en educación. Wert, brazo ejecutor de la política eclesiástico-neoliberal, será eliminado en el próximo gobierno, una vez haga la labor de volver a la escuela nacionalcatólica y elimine cualquier rastro de la posibilidad de intentar generar conciencia ciudadana desde las aulas.
Los dueños del capital, que lograrán mano de obra sumisa, y los dueños de las almas y las mentes, que ven cómo vuelven sus privilegios dogmático-adoctrinadores de la mano del peso que tiene en este país la Conferencia Episcopal, vuelven a triunfar sobre el intento de conciencia ciudadana.
Ayer en El Pais, Román Orozco publicaba un artículo donde finalizaba con una respuesta de Emilio Lledó ante la pregunta de Juan Cruz “¿cuál es la solución?”: “la cultura entendida como educación en libertad. En ciudadanía”.
“Justo lo contrario del werticidio perpetrado contra la asignatura que educaba a los futuros ciudadanos”, finaliza el artículo Orozco.
Quizá, porque, como decía Josep Ramoneda ayer, también en El País, la escuela que nos propone Wert, el “ariete ideológico del gobierno”, es “una, católica y elitista”.
Y “sin complejos”, como decía hace unos años Aznar para decir que había que empezar a engranar la marcha atrás de la historia a mayor gloria del nacional-catolicismo-antisocial que propugna ideologizar y adoctrinar mientras afirma que el adoctrinamiento se lleva a cabo desde el intento de generar ciudadanos pensantes, críticos y libres en sus opiniones.
Junto a ello, la iglesia católica culmina la cacería con el trofeo más buscado: la eliminación de la Educación para la Ciudadanía, mientras recupera peso la enseñanza de la religión católica, nada sospechosa de adoctrinar.
Eso sí, el werticidio, el suicidio de la educación democrática, terminará con otro werticidio, el de la “eliminación” del propio Wert, una vez haya cumplido su mesiánica labor.
Suerte que le quedará poder pasar más tiempo con su maravillosa mujer Edurne Uriarte… (oopppsssss…. creo…. no sé, me entran ganas así como de vomitar… mamáááááááááááá)