2237.- La cocina en Flandes

Por Siona @laboresenred
* Post patrocinado por Blog on Brands 
El jueves pasado Labores en Red tuvo el enorme placer de asistir de la mano de Blog on Brands, a una cena para promocionar el turismo en Flandes. Acudimos para ello a un restaurante belga en el centro de Madrid, el Atelier Belge.


Se dice que la comida belga tiene las cantidades alemanas con la calidad francesa. Una fusión muy acertada que dio lugar a una rica cena maridada con cervezas belgas, una cosa tremendamente buena.
Ángeles Alonso-Misol, la reprensentante de Visit Flandes, nos contagió con sus detalles de su pasión por Bélgica. Nos habló de las principales ciudades para el turismo como son Amberes, Bruselas, Brujas, Gante, Lovaina y Malinas, de la afición belga por los mercadillos en los que se puede encontrar prácticamente de todo, de encajes y tapices, de cervezas y, por supuesto, de comida. 
Comenzamos a catar unas palomitas especiadas y unos cacahuetes caramelizados, junto con otros aperitivos de los más original. Una botellita con una mezcla de cointreau, limón y azúcar, para ir abriendo boca, junto a unos grisines con humus casero y chips de patata al pimentón (con una curiosa presentación, todo ello pinchado en una cama de sésamo negro). Además unos taquitos de queso gouda.

Aperitivos y entrantes.

Además tomamos como entrantes una crema de mejillones con espuma de pimienta negra, cebolla y apio, así como mantequilla con un toque de tomillo para acompañar los panecillos (de espelta, multicereal, minibaguette...)
Una Tripel Karmeliet vino para acompañar un "flan" de huevo con puré de patata y un crujiente de bacon. Y, cómo no, los típicos mejillones al vapor y patatas fritas, el combinado inseparable belga, con salsa mayonesa casera, mostaza de dijón y tomate. Como no todo va a ser poneros los dientes largos viendo platos, al final os escribo la sencilla preparación de los mejillones. Ya veréis qué ricos. 

Aperitivos y entrantes


Enseguida vino una tremenda Raya a la mantequilla, que además es una de las especialidades de la casa. Me pareció el pescado ideal para los niños, porque estaba muy rico ¡y no tenía espinas! También tomamos una Pintada rellena de pasas, nueces y orejones, con ñoquis, endivia y col de Bruselas. La cerveza que acompañó estos platos fue una deliciosa Chimay grande réserve. Otra de esas cervezas tras las que empiezas a pensar "entre la comida y las cervezas hoy vuelvo a mi casa rodando".

Platos principales, pescado y carne.


El postre vino enseguida, acompañado de una potente cerveza Kasteel. Aquí podéis ver la montaña de mousse de chocolate... Muerte por chocolate, por supuesto, ¡chocolate belga!

El postre, imponente.


A estas alturas yo ya no sabía cómo iba a llegar a mi casa. Porque... como podéis ver en la botella, 11 graditos de nada de una cerveza oscura, dulce y potente. Si nunca habéis combinado un postre de chocolate con cerveza negra... no sé a qué estáis esperando, nunca jamás volveréis a tomar sidras o cavas en vuestras cenas navideñas junto al postre, creedme.
Junto con los cafés los belgas acostumbran a sacar pastelitos pequeños, pero contundentes. Macarons, trufas, frambuesas rellenas y una pequeña crema catalana.

Y con el cafelito...


Una delicia para los sentidos.
Y ahora, para terminar la reseña, algo que no debe faltar en vuestros hogares, una importante fuente de hierro y minerales: ¡los mejillones! La receta belga no ha cambiado prácticamente desde el s. XIV: mejillones, sal, pimienta, apio y perejil. Más detalles sobre su historia los podéis encontrar en la página del turismo de Flandes. La elaboración os la transcribo aquí.
Para cuatro personas necesitaremos: un kilo de mejillones, una o dos cebollas, una o dos ramas de apio, mantequilla, tres o cuatro briznas de tomillo,  dos hojas de laures y dos o tres vasos de vino blanco.   Lavamos y rascamos bien los mejillones. Cortamos las cebollas en rodajas finas. Cortamos el apio en pedazos, incluida la parte verde. Fundimos bastante mantequilla (mejor pecar en exceso). Añadimos la cebolla y el apio hasta que la primera quede transparente. Removemos bien, los mejillones empezarán a soltar su jugo. Después de dos o tres minutos añadimos el vino, el laurel y el tomillo. Salpimentamos al gusto. Mezclar y sacudir ligeramente. Cuando los mejillones estén abiertos, estarán listos para servir, acompañados de patatas fritas y pan untado en mantequilla para mojar el caldo. 

¡Que aproveche!