227. La gran bonanza de las Antillas en Sahel

Por Juan José Tarrés Sanjurjo @africaencolores

Hay un cuento de Italo Calvino titulado « La gran bonanza de las Antillas » en el cual unos sobrinos le piden a su tío Donald, que ha navegado junto al pirata Drake que les cuente aquella ocasión en que se encontraron su barco y un galeón español en medio de una bonanza que impedía cualquier navegación. Los buques de guerra se observan pero no se mueve ni una hoja, calma total. Los sobrinos insisten ¿Qué pasó? ¿Qué pasó? Y el tío Donald sigue relatando como mataban el tiempo y las ideas que se les ocurrían para moverse. ¿Qué pasó? ¿Cómo salisteis del paso? El tío Donald sigue contando como era la situación, los sobrinos insisten pero obviamente, acaba el relato y a pesar de lo violento y tenso de la situación seguimos sin saber cual fue el desenlace.
Aquí estoy, en Bamako, en Mali, en la gran bonanza de las Antillas en Sahel
En el sur, el presidente y el primer ministro juegan al gato y al ratón. Uno (el presidente Traoré) legitimado por ser presidente de la Asamblea Nacional y el otro, el primer ministro, apoyado por la gente que está encantada con un político que ha vivido muchos años fuera y que se ha rodeado de malienses que no son políticos. Un golpista, el capitán Sanogo que se auto declara fuera de la situación y que dice que ha renunciado al poder a pesar que el presidente le ha querido nombrar vicepresidente militar para conquistar el Norte.
¿Y en el Norte? En el norte, las cosas son todavía peores: dos grupos islamistas (Mujawo, Ansar Dine) que aplican la sharia con toda su crudeza (manos cortadas a ladrones, lapidaciones a las parejas de hecho, escuelas coránicas), un grupo terrorista que sigue creciendo y fortaleciéndose (AQMI), un grupo Tuareg cada vez más debilitado (MNLA) y un grupo “nuevo” (tiene más de 15 años), los Ganda Koy, auténticos paramilitares que aplican su propia ley contra los Tuareg.
Todos, en el Norte y en el Sur, viven su propia gran bonanza de las Antillas, se observan, se estudian y nada pasa. Pero hay una gran diferencia con respeto al relato de Italo Calvino: las naves tienen vías de agua, la población sufre, la comida se acaba y dentro de poco quizá los barcos sigan ahí pero la tripulación seguirá pasando un calvario inhumano.