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Por Salvaguti

Nome cabe duda de que si tuviera que vender un producto, cualquier tipo deproducto, me valdría de Twitter para hacer conocer mi producto e incluso paradiseñar el propio producto. Y es que una de las grandes cualidades/habilidadesde esta red reside en que se trata de un termómetro/barómetro social casiinstantáneo. Lo que intuía lo comprobé directamente en la pasada entrega de lospremios Goya, constatando como las tendencias del momento –los ansiados TT-aparecían, subían, bajaban y desaparecían según transcurría la gala. Y asísupimos al instante que Santiago Segura divirtió mucho más que Eva Hache, queel peinado de Belén Rueda no causó sensación, sino todo lo contrario, que elministro Wert tiene mala cara, que María León emocionó y que las palabras deIsabel Coixet causaron rechazo y admiración en idéntica proporción. Sólo un díadespués, tras los incidentes acaecidos a las puertas del instituto Luis Vives,logramos colar desde España en lo más alto del TT mundial el lema#primaveravalenciana. Sólo un día después, se coló en el TT nacional un lemaincipiente, pero que merece le prestemos la mayor de nuestras atenciones:#igualdadsalarial. Desde hace unos años, pocos, se ha establecido la fecha del22 de febrero como el Día Internacional por la  Igualdad Salarial entre Hombres y Mujeres.Así, a estas alturas, hay quien pueda llegar a pensar que se trata de unacampaña más de feministas aburridas y trasnochadas, y no, ni mucho menos. Enprimer lugar, porque el movimiento feminista es más necesario ahora que nunca,que la crisis y sus recortes –justificados o no- comienza a cebarseespecialmente con las mujeres; y en segundo, porque la desigualdad salarial esuna realidad que escapa de las normas, de las leyes y hasta de la lógica.Unosdatos muy simples y concretos para ilustrar la cuestión. El Tratado de Roma,embrión de lo que hoy conocemos como Unión Europea, incorporó la igualdad desalario entre todos los trabajadores sin tener en cuenta su sexo, como uno desus principios fundacionales. Cincuenta y cinco años después, que ya son años,la realidad es la siguiente: las europeas ganan un 15% menos que los europeos porrealizar un mismo trabajo. En España, esta cifra alcanza el 22%, mientras queen Andalucía se sitúa en un 19%, más baja, afortunadamente, que la medianacional. Algunos datos más a considerar: de cada 100 personas que tienen uncontrato a tiempo parcial, 76 son mujeres, porque 80 de cada cien mujeres seocupan al mismo tiempo de su “empleo” que de “trabajar” en casa, en lo quedenominamos dulcemente “tareas del hogar”, y que en la mayoría de las ocasioneses un “trabajo” más que duro –y que convierte a las mujeres en trabajadoras de“guardia” durante las 24 horas del día-. Y esta reducción salarial por un mismoempleo, esta reducción de la jornada laboral, este trabajo permanente en lacasa, es una cruda y casi esclavista realidad en el presente, pero que seamplifica y aumenta en el futuro, cuando las mujeres se enfrentan ajubilaciones infinitamente inferiores que las de los hombres ya que,legalmente, han cotizado mucho menos que ellos, aunque en la mayoría de loscasos hayan trabajado mucho más. ElDía por la Igualdad Salarial se fijó en el 22 de febrero por un cálculo tansimple como horripilante: una mujer europea tiene que trabajar 418 días paracobrar lo mismo que un hombre en 365. Como antes comentaba, legalmente nopodría ser posible, y de hecho en determinados sectores no sucede, pero seemplean determinadas artimañas de falsas categorías profesionales, inferiores alas reales, que propician la reducción salarial. La crisis actual está siendoespecialmente dañina con los jóvenes y con las mujeres, y me temo, espero noacertar, que la recién aprobada reforma laboral constituya un tobogán queacelerará aún más estas desigualdades. No es lícito recortar derechos con laexcusa o pretexto de esta crisis, de la que nunca acabaremos de salir, teniendoen cuenta que es el enfermo el que alimenta al cirujano, y muy especialmente siesos recortes los vuelven a padecer con mayor intensidad las de siempre. Porqueya nos dicen que no es el momento de más escuelas infantiles, de ampliar elpermiso de paternidad, de aplicar la Ley de Dependencia tal y como se habíaprevisto, de planes de igualdad. No, ahora es tiempo de esta peculiarausteridad que no es tan austera para todo el mundo. Sería maravilloso que el22 de febrero perdiera sus apellidos conmemorativos, pero el nublado horizonteno parece alumbrar ese camino. Ojalá no fuera TT el año que viene.El Día de Córdoba