Este poema de Idea Vilariño, perteneciente a su obra caracterizada por una intensa carga emocional y reflexiva, ofrece una visión crítica y profundamente filosófica de la existencia. A través de su lenguaje directo y sin adornos Vilariño logra adentrarnos en una reflexión sobre la naturaleza efímera y a veces superficial de la vida.
El poema inicia con «alguno de estos días se acabarán las bromas», una frase que sugiere una inminente conclusión o un cambio significativo. Esta apertura inmediatamente establece un tono serio y contemplativo. La vida se presenta como una «farsa», «juguetería» – metáforas que evocan la idea de algo que es más un entretenimiento pasajero que una experiencia genuina y profunda. Estas imágenes crean una sensación de desilusión, sugiriendo que la vida, tal como la conocemos, está llena de distracciones y falsedades que nos alejan de su verdadero significado.
Las imágenes de «las marionetas sucias» y «los payasos» profundiza esta idea, aludiendo a la manipulación y a la máscara de la felicidad que a menudo se asocia con la existencia humana. Las marionetas, controladas por hilos, pueden simbolizar la falta de control o autonomía en la vida, mientras que los payasos, a pesar de su apariencia alegre, a menudo esconden tristeza. Esta dualidad refleja la complejidad de la experiencia humana, donde la alegría y el dolor coexisten y a menudo se ocultan detrás de fachadas.
El poema concluye con la afirmación de que estas figuras «habrán sido la vida», lo que sugiere una reflexión retrospectiva. Esta línea implica que, al final, la vida podría parecer insignificante o vacía si se vive sin autenticidad o profundidad.
Este poema de Vilariño es una meditación sobre la vida, la autenticidad y el significado.