Revista Espiritualidad

238.- “Una sola chispa puede desencadenar un incendio furioso convirtiendo en cenizas todo sueño o esperanza.”

Por Ignacionovo
Autor: Anónimo. Europa incomunicada por vía aérea. Miles de personas confinadas en los aeropuertos y sin posibilidad razonable de poder volver pronto a su hogar. Decenas de dramas particulares tras la imposibilidad de alcanzar un destino cualquiera. Pérdidas millonarias para las compañías aeronáuticas y los Estados. Y todo ello, por un fenómeno natural que si bien hace doscientos años (su última gran erupción fue en 1823) se asumiría, entiendo, con un cierto espanto pero sin graves connotaciones para la vida cotidiana de la época, hoy sin embargo, es capaz de provocar una parálisis que nos recuerda la fragilidad de nuestra forma de vida.
La realidad es que somos tremendamente vulnerables. Quizá en nuestro exaltado orgullo o soberbia, lleguemos a pensar que el ser humano está cualificado con su desbordante talento para manejar a su antojo cualquier acontecimiento y que por ello, no tenemos ningún límite. Pero, y esto es una buena cura de humildad, somos más limitados de lo que pretendemos y la erupción de un volcán o cualquier otro fenómeno natural de determinadas proporciones, arrasa con nuestro modo de vida de un plumazo, dejándonos con la boca abierta y absolutamente inermes y con escasa o nula capacidad de reacción.
Sabéis que la fiebre es la manera que tiene el organismo de defenderse ante una infección y que su presencia debería ser asumida como una voz de alerta ante un problema y no como motivo de angustia. Sus funciones serían: crear una temperatura corporal no adecuada para el desarrollo de las bacterias y de los virus, crear una temperatura más propicia para el desarrollo de los antivirus y aumentar el bombeo sanguíneo a la zona de infección.
Pues bien, según una teoría que me trasladan (siento no poder atestiguar su veracidad), la erupción del volcán Eyjafjalla es una respuesta interna de la Tierra al calentamiento global de la atmosfera, buscando su enfriamiento. Un ‘acceso de fiebre’ que pretende regular la temperatura del planeta.
Resultaría cuasi poética la explicación de que la Tierra ‘piense en sí misma’ y se defienda e intente aliviar con un ‘acceso de fiebre’ una enfermedad que la puede matar.
Reflexión final: Espero que seamos inteligentes para aprender de las lecciones que nos da la naturaleza y que no vayamos a huir de las cenizas para acabar cayendo en las brasas.

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