Que sepa usted que si se queda en silla de ruedas, va a pasar un infierno.Para alguien en silla de ruedas el primer obstáculo comienza cada mañana al salir de casa, ya sea ante unas escaleras o incluso el ascensor. La puerta metálica de este se presenta ante mí como una muralla de acero. Tiro de ella con una mano, mientras que con la otra giro la rueda de la silla, por lo que acabo dando la vuelta sobre mí mismo. Entro de espaldas al ascensor, para que me resulte más sencillo salir de él. Al cerrarse las puertas metálicas, estas chocan contra mis pies, por lo que no se cierran. Durante un rato peleo para mover la silla hacia distintas posiciones, pero no es fácil salvar las puertas. Agarro cada una de mis piernas y las bajo de su apoyo. Pongo los pies sobre el suelo, para poder desenganchar las piezas delanteras de la silla. Logro así que las puertas se cierren.
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